Carlos Kirchner declaró este miércoles ante la Justicia por la causa de espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri, y aseguró que cuando estuvo detenido en el Penal de Ezeiza se dio cuenta de que escuchaban sus conversaciones telefónicas y que los autos de las visitas que recibía “estaban marcados”.

El exfuncionario del Ministerio de Planificación Federal y primo del expresidente Néstor Kirchner fue excarcelado en octubre pasado y participó como testido de la investigación que gira alrededor de las maniobras de espionaje carcelario ejercido por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y el Servicio Penitenciario Federal (SPF), mientras Macri gobernaba en el país.

En su declaración, que duró alrededor de una hora, relató cómo fueron los días dentro del penal donde estuvo detenido entre diciembre de 2017 y octubre de 2019. Detalló cómo eran las comunicaciones telefónicas, las requisas y las visitas, y apuntó a que los exfuncionarios presos fueron espiados en la cárcel.

“Cuando hablaba por teléfono con mi familia, lo que estaba escuchando en la línea eran personas que estaban hablando, pero descaradamente, ni siquiera se cuidaban de no hacer ruido. A veces, me enojaba y decía de todo. Estaban charlando y hasta riéndose. Era un murmullo“, aseguró Kirchner.

“No nos sorprendió cuando trascendieron las escuchas porque cada vez que ingresaba alguien nuevo le decíamos que se cuide cuando hablaba porque los estaban escuchando”, agregó.

El exfuncionario, que había quedado detenido por la causa en la que se investigan supuestas irregularidades en el manejo de la obra pública durante el kirchnerismo, sostuvo también que se ejercía sobre él y otros reclusos cierta “presión psicológica” al colocarlos en el mismo lugar que a los acusados por narcotráfico.

Deslizó además que las cámaras dentro del penal “estaban orientadas hacia el salón de usos múltiples, donde pasábamos mayor cantidad del tiempo, otras en el patio y había otra que apuntaba directamente a las duchas, lo que me llamó la atención”, dijo.

Por otro lado, comentó que cuando su familia lo iba a visitar, a veces debía esperar hasta ocho horas para que los dejaban pasar, y que su esposa en más de una oportunidad ingresó llorando por el maltrato al que fue sometida. “En dos oportunidades le chocaron el auto o se lo patearon, para que salte la alarma y se le gaste la batería del auto. Y cuando ella salía, en invierno, estaba sola en el medio de ese páramo, alejada del mundo, sin batería. A la mujer de otro detenido le agujerearon la puerta con un punzón”, contó Kirchner.

Además, consultado por uno de los miembros de la querella, el exfuncionario aseguró que en la primera parte de su detención lo desnudaban y lo filmaban en las requisas, sin su consentimiento, algo que recién se modificó un tiempo después, por las reiteradas quejas de los detenidos.

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