Como en las familias, la novedad no es sólo lo que pasa, sino los que llegan, los que vuelven y los que nunca se fueron. Crónica relanza su programación y se reinventa en un mercado roto, endeudado, con crisis de identidad e Incapaz de narrar un tiempo en donde no hay nada para nadie y nadie para nada.

Para cuidar hay que explicar y contar mejor.

Somos más libres como usuarios que como personas: Podemos elegir quiénes somos pero no qué nos pasa, definimos qué Imagen postear y a quién comentar pero no qué comer todos los días.

Y si es verdad eso que “el ser define y el estar señala” hoy hay un pueblo que no es y que está solo.

Y vive una realidad que no se puede escuchar en otra velocidad.

El canal del país que colecciona problemas y sólo los resuelve con giro lingüístico.

El canal de los que se lamen las heridas en silencio y sin relato y explotan en la carnicería, no en los recitales de la arena.

El canal que viaja detrás de historias hasta encontrar una; el canal que duerme sentado, como los taxistas, porque está en vivo o es nada.

El canal que está ahí cada vez que quieren achicar el país.

El canal de los que tienen los días contados, los que todavía aguantan y los que ya no tienen más cuerpo.

El canal de los que no pueden pasar de nivel, porque hay más luchas que videojuegos.

El canal que siempre le deja comida en la heladera a la democracia, crece, se estira, cuenta más, para que el presente no le quede lejos. Suma periodismo para ganar tiempo y contario antes.

“Yo estoy”

dice Crónica TV.

Crónica te ve.

Alguien sigue mirando.

Sin simular un fundamento, porque la noticia sin pueblo sólo es información.

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