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El 10 de enero, en el ex Casino Valeria del Mar de Pinamar, Damián “El Maldito” Ruiz tendrá una fecha marcada en rojo en el calendario. El peleador nacido en Río Gallegos, ex campeón de Fusion Fighting Championship (FFC) y uno de los mejores peso pluma del país, volverá a subirse a la jaula en la cuarta edición de LATAMM MMA para enfrentar al uruguayo José “El Titán” Trindade, en un combate que promete alto voltaje y que reaviva la rivalidad deportiva entre Argentina y Uruguay.
La organización anunció el cruce con una frase que sintetiza el atractivo del choque: “Dos campeones, dos historias, un mismo destino”. No es exagerado. Ruiz llega con un récord profesional de 11 victorias y 3 derrotas, figura consolidada en el circuito sudamericano y top 15 del ranking argentino de las 145 libras. Trindade, por su parte, ostenta un registro de 17-5, fue campeón de CFU y defendió su cinturón en varias oportunidades en Uruguay, lo que lo convierte en un rival de jerarquía y experiencia.
Para Ruiz, el combate en Pinamar tiene un condimento especial: será su primera presentación luego de un largo parate obligado por una lesión, que lo dejó un tiempo prolongado afuera de la competencia. Ese tramo alejado del octágono lo encontró enfocado en la recuperación física, en la enseñanza a través de seminarios y en el trabajo silencioso de gimnasio, siempre con la mirada puesta en volver al máximo nivel.
La cita en LATAMM MMA representa, entonces, mucho más que una pelea más en su carrera. Es una oportunidad para demostrar que sigue en la élite del deporte, tal como destacó la propia promotora al presentar la cartelera. Ruiz construyó su nombre a base de talento, disciplina y resultados internacionales y ahora buscará ratificar que su lugar sigue estando entre los grandes de la región.
Del otro lado, Trindade llega con la misión de “romper cualquier pronóstico”. El uruguayo, acostumbrado a pelear peleas de título y a sostener el cinturón ante distintos retadores, se presenta como un oponente peligroso en todos los terrenos y con la experiencia suficiente como para manejar la presión de una noche grande, con foco puesto en el duelo clásico entre países vecinos.
Mientras termina de ajustar los últimos detalles de su campamento, el riogalleguense sabe que en Pinamar no sólo se juega una victoria más en su récord. También pone en juego su regreso tras la lesión, su lugar en los primeros planos del peso pluma nacional y la posibilidad de abrir nuevas puertas a futuro, en un circuito que mira con atención a los talentos sudamericanos.
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