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La regatista María Eugenia Bosco, reconocida por haber ganado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024, sacudió al mundo deportivo y a la sociedad argentina al denunciar a su exentrenador, Leandro Tulia, por abuso sexual. De acuerdo a la presentación judicial, los hechos ocurrieron cuando ella tenía apenas 12 años y se entrenaba en el Yacht Club de Olivos.

Esta situación provocó fuertes repercusiones. Justamente, según dio a conocer La Nación, medio al cual reveló el abuso que padeció la deportista, la fiscal de violencia de género de Vicente López, Lida Osores Soler, a cargo del caso, confirmó que dos nuevas víctimas brindarán declaraciones en la denuncia que, con estas nuevas incorporaciones, ya competen a un total de seis.

Cabe agregar que en redes sociales y en varios grupos de WhatsApp del círculo de la vela también comenzó a circular un mensaje que reza: “Yo no soy neutral”. La frase está acompañada de una ilustración de Bosco sobre una embarcación de vela, con el clásico símbolo olímpico de los cinco anillos de fondo.

Este mensaje funcionó como respuesta a las palabras que uno de los integrantes de la comisión directiva del Yacht Club Olivos brindó a La Nación, pese a de negarse a dar declaraciones oficiales. Indicó que desde el club se mantienen “neutrales” ante la denuncia, que “no toman partido” y que consideran que “toda persona es inocente hasta que se pruebe lo contrario”.

En tanto, la Federación Argentina de Yachting (FAY) afirmó que sigue con el trabajo de contención que se inició tras la denuncia. El presidente de la FAY, Luis Velasco, sostuvo al mencionado diario que continúa en su acompañamiento a las denunciantes.

La integrante del “equipo de crisis”, encargado de la línea de denuncias anónimas, Inés Pederiva, dijo que en el equipo están “conmovidos” y “aprendiendo sobre la marcha”. Remarcó que “es una comunidad difícil porque es muy acartonada. Pero me parece que con esto vamos a terminar de aggiornar algunas cabezas”.

Pederiva afirmó que el equipo se encuentra en contacto con, al menos, una de las denunciantes. “Estar para lo que necesiten, para contener”, detalló, y agregó: “Estamos dispuestos a atender lo que vaya surgiendo y tenemos gente con la que contamos de consultores. Si esto desbordara, tenemos cómo lidiarlo”.

Eugenia Bosco denunció a su exentrenador por abuso sexual

La denuncia, realizada ante la Unidad Fiscal Especializada en Violencia de Género (UFE Género) de Vicente López, a cargo de Lida Osores Soler, no solo pone en el centro de atención los horrores vividos por la regatista, sino también destapa un posible patrón de conducta por parte de Tulia, quien fue licenciado de su cargo en el club náutico tras el surgimiento de acusaciones similares de otras mujeres.

En una entrevista, Bosco compartió detalles acerca de los abusos que sufrió mientras navegaba en la categoría Optimist, una disciplina de vela destinada a niños y niñas de entre 6 y 15 años. “No sé cómo explicarlo, pero fue algo que pasó, que no lo controlé. Tenía 11 o 12 años y lo aparté de mi vida hasta hace un par de años que lo pude ver”, confesó.

La regatista comentó que este recuerdo traumático se desbloqueó al ver el documental Atleta A en Netflix, que narra los casos de abuso en la gimnasia estadounidense. “No podía creer lo que veía y lloraba. Se me desbloqueó el recuerdo y pensaba: ‘Esto me pasó a mí’”, relató. Desde entonces, inició un proceso de reconstrucción emocional y comprensión de su historia.

Los abusos ocurrieron en la vivienda de Tulia, situada dentro del Yacht Club de Olivos, donde los fines de semana varios chicos –incluida Bosco– se quedaban a dormir para optimizar los entrenamientos. “Yo venía de San Pedro todos los fines de semana, a veces con mi hermano, a veces sola. Éramos un grupo grande bajo el cuidado de esta persona”, explicó.

La deportista también recordó los comentarios sexuales que Tulia hacía a las niñas y las manipulaciones que utilizaba para obtener “favores”. Sin embargo, en aquel momento, no lograba identificar la gravedad de lo que sucedía. “Cuando te vas distanciando, cuando hablas con gente de otros clubes o cuando creces, te das cuenta de que había cosas que no estaban bien”, reflexionó.

La confianza de los padres de los niños fue vulnerada igualmente. “Mis padres confiaban en esta persona y en el club. Ellos creían que sus hijos estaban seguros, pero no estaban ahí todos los días para verlo”, enfatizó Bosco.

El punto de inflexión llegó tras su regreso de los Juegos Olímpicos de París. Con 27 años, y después de recibir apoyo y asesoramiento, Bosco tomó la valiente decisión de denunciar. “La noche anterior no paraba de llorar”, confesó. Al presentar la denuncia acompañada por sus padres, sintió una profunda liberación. “Fue muy liberador, muy sanador. Desde ahí me sentí poderosa”, aseveró.

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