La semifinal entre Deportivo Madryn y Deportivo Morón prometía ser caliente desde antes del pitazo inicial. El contexto no era menor: el Aurinegro llegaba obligado a ganar tras el 1–0 en contra en el Nuevo Francisco Urbano; el Gallito, con la ventaja deportiva en el bolsillo pero sin su entrenador Walter Otta, suspendido por la AFA en la previa por presuntas declaraciones contra la conducción del fútbol argentino, que el propio DT y el club desmintieron y atribuyeron a una operación. Todo esto, además, sobre el telón de fondo del escándalo anterior en Jujuy, donde el Tribunal de Disciplina ya había fallado a favor de Madryn por las amenazas al árbitro Lucas Comesaña.

En ese escenario cargado, el Coliseo del Golfo fue el escenario de una revancha que terminó siendo todo lo que se temía: un partido tenso, friccionado, con la definición deportiva mezclada con decisiones arbitrales muy discutidas y un cierre bochornoso, con batalla campal, corridas y la policía dentro del campo de juego. En el medio, el dato estrictamente futbolero: el conjunto patagónico ganó 1–0 con gol de Santiago Postel y, por la ventaja deportiva, se clasificó a la final del Reducido, donde enfrentará a Estudiantes de Río Cuarto por un lugar en la Liga Profesional.

El único gol de la tarde llegó rápido y no estuvo exento de controversia. A los 13 minutos del primer tiempo, una falta sancionada por el árbitro Pablo Echavarría cerca del área de Morón despertó las primeras protestas visitantes. Del tiro libre se encargó Nazareno Solís, que levantó un centro preciso al corazón del área. Allí apareció Santiago Postel, que se elevó más que todos y conectó de cabeza para poner el 1–0 que necesitaba Madryn para empardar la serie y aprovechar su mejor ubicación en la tabla general.

Desde ese momento, el desarrollo del partido se partió en dos planos muy claros. Por un lado, el del juego: Morón asumió el protagonismo con la pelota, adelantó líneas y se hizo dueño del territorio. Las estadísticas marcaron que el Gallito llegó a tener cerca de un 70% de posesión, mientras que Madryn se replegó, cedió campo y se aferró a su plan: orden defensivo, mucha concentración en los duelos individuales y la idea de lastimar en las pocas pelotas paradas que pudiera generar. El local casi no volvió a inquietar el arco rival: su único remate claro al arco terminó en gol.

Del otro lado, Deportivo Morón hizo el gasto, movió la pelota de lado a lado y trató de desnudar los espacios a espaldas de los laterales patagónicos, pero le faltó claridad en los metros finales. Más allá del dominio territorial, no logró traducir esa superioridad en situaciones francas de gol. El arquero Yair Bonnin controló centros y pelotas divididas, y la zaga respondió bien en los cierres finales.

La tensión subió un escalón en el segundo tiempo. A los seis minutos, una acción fuerte en la mitad de la cancha terminó con la expulsión de Joaquín Livera, que vio la roja directa por un codazo y dejó a Morón con diez jugadores durante casi toda la etapa complementaria. La decisión fue correcta según las crónicas, pero alimentó la sensación de enojo en el banco visitante, que ya venía molesto por la falta que dio origen al gol. Poco después, Echavarría apenas amonestó a Ezequiel Montagna por una dura entrada sobre Juan Ignacio Olivares, jugada que reavivó el reclamo del Gallito por un criterio que consideró dispar a la hora de sancionar.

Con un hombre menos, Morón igualmente fue al frente. Adelantó a los centrales, llenó el área de centros y buscó por todos los medios el empate que lo metiera en la final. Madryn, por su parte, se abroqueló definitivamente en su campo y defendió la diferencia con uñas y dientes, fiel a una característica que lo acompañó a lo largo de la temporada: hacerse fuerte como local, sostener el resultado desde el esfuerzo colectivo y el juego aéreo.

Lo que ocurrió después del pitazo final terminó de oscurecer la noche. Apenas Echavarría marcó el cierre del partido, varios jugadores de Deportivo Morón corrieron hacia el árbitro para increparlo por las decisiones tomadas durante los 90 minutos. En segundos, el reclamo se convirtió en empujones, corridas e insultos. Desde el otro lado, futbolistas y allegados de Deportivo Madryn respondieron y la escena derivó en una batalla campal en el centro del campo de juego.

Las imágenes mostraron golpes, forcejeos y cuerpos técnicos intentando separar mientras otros se sumaban a la pelea. La situación obligó a la policía a ingresar al césped para dispersar a los protagonistas y escoltar hacia los vestuarios a la terna arbitral y al plantel visitante. Varios jugadores de Morón quedaron cara a cara con los efectivos, en escenas que nada tuvieron que ver con el espíritu deportivo y que se extendieron varios minutos, incluso con el estadio todavía lleno.

La clasificación de Deportivo Madryn quedó así atravesada por un nuevo capítulo de violencia y desconfianza en el Ascenso. En pocas semanas, el club patagónico pasó de la final perdida ante Gimnasia de Mendoza al fallo disciplinario en Jujuy, las acusaciones públicas de Ricardo Caruso Lombardi poniendo en duda la transparencia del torneo, la suspensión de Otta en la previa y, ahora, un cierre de semifinal con batalla campal y represión dentro del campo de juego. El foco, otra vez, se corrió demasiado rápido del mérito deportivo hacia los escritorios, los micrófonos y los videos virales.

Finalizada toda la polémica en cancha, la tensión siguió fuera del campo de juego con los dirigentes de Morón. Videos los mostraron “indefensos”, pidiendo una escolta policial ante los posibles ataques de hinchas del Aurinegro. El DT suspendido, Walter Otta, se encontraba en el lugar.

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Más allá del escándalo, el dato deportivo es contundente: Deportivo Madryn se metió en la final del Reducido y definirá con Estudiantes de Río Cuarto el segundo ascenso a la Liga Profesional. Será otra serie a ida y vuelta, con el equipo cordobés y el patagónico buscando ocupar el último lugar disponible en la elite, que ya tiene asegurado su nuevo integrante con el ascenso de Gimnasia de Mendoza. La AFA, en tanto, deberá analizar ahora los incidentes del Abel Sastre y definir eventuales sanciones.

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