Esta fecha de celebración fue creada por la Union Internationale de la Boulangiere et de la Boulangiere-Pàtisserie (UIB) como incentivo para dedicar un día a la historia y al futuro del pan, para compartir el trabajo de los panaderos e intercambiar pareceres respecto de la materia prima con las que se elaboran tantas variedades de pan.

 

Considerado uno de los primeros alimentos procesados de la historia de la humanidad, junto con el aceite y el vino, el pan acompaña desde tiempos inmemoriales, y según las últimas investigaciones, las primeras culturas machacaban los granos de trigo y los humedecían para facilitar su digestión. Tras ello, las diferentes culturas fueron adaptando su consumo.

 

Así fue como, mientras los egipcios descubrieron “por accidente” que si la masa se fermentaba se lograba un leudado y un mayor sabor, los griegos fueron los encargados de añadir todo tipo de cereales y formas de elaboración, sumando hornos abiertos en su frente y con forma de cúpula. Tras ello, los romanos mejoraron los hornos y las máquinas de amasar. Es precisamente en Roma donde nace un colegio oficial de panaderos.

 

Ya antes de la pandemia, la tendencia de la elaboración y consumo de panes con masa madre venía en crecimiento, y la cuarentena obligatoria aceleró ese proceso (las métricas de búsqueda en internet y redes sociales no dejan mentir), llevando a un “renacer” de este proceso de elaboración.

 

Hecha a partir de harina, agua y la propia interacción entre microorganismos presentes de la mezcla, la masa madre es un fermento natural para elaborar pan. Años atrás, se solía hacer panes con masa madre, pero con la invención de la levadura comercial al final del Siglo XIX, esa tradición comenzó a desaparecer.

EN ESTA NOTA Día Mundial del Pan

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