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El gobierno de Javier Milei creó su propio cepo. Ideológico, económico y político.

Desde el mismo día en que asumió la Presidencia, dándole la espalda al Congreso, anunciando que “no hay plata” y que iba a realizar “el ajuste más grande de la historia”, Milei marcó una hoja de ruta que a poco de cumplir siete meses al frente de la Casa Rosada lo pone en una encrucijada de la que no se ve cómo saldrá.

El cepo es más que cambiario.

En la misma semana en que consiguió un triunfo político impactante en un Congreso adverso, desde los mercados le respondieron con dureza que eso no alcanza.

Los dólares financieros y el blue continuaron con su tendencia alcista, bajaron las acciones, siguieron sin liquidar exportaciones, el Banco Central siguió vendiendo “verdes” en lugar de comprar y subió el Riesgo País. Este último es un dato preocupante, ya que la Argentina enfrenta vencimientos importantes en los próximos dos meses y mucho más fuertes durante el año 2025.

¿En qué se traduce esto? Al Gobierno le resultará muy difícil tomar deuda y hacerse de dólares genuinos para pagar. Los señores del mercado ven esto y se acelerarían los problemas cambiarios y finalmente rebote en el nivel de precios.

El sector de la finanzas no celebró el triunfo por la Ley Bases y el paquete fiscal. Los del propio palo del Gobierno ven más problemas.

Y entonces tuvo que salir a hablar el ministro Luis Caputo.

El equipo económico realizó una conferencia de prensa para detallar lo que se hará en los próximos meses, en una segunda etapa, pero hubo más dudas que certezas.

Caputo y el titular del Banco Central, Santiago Bausilli, no le pusieron fecha al levantamiento del cepo y a la unificación cambiaria ni dieron precisiones sobre cómo se implementará esta medida. Sólo insistieron con pasar deuda del Central al Tesoro.

La apertura de los controles cambiarios, la unificación del dólar y un nuevo esquema de competencia de monedas quedaron en un limbo que preocupa.

El equipo económico iba a dar detalles sobre lo que viene en materia de política económica, pero la sensación fue que no hubo nada nuevo.

Un especialista en finanzas señaló tras la conferencia de prensa: “La pregunta obligada es cuándo y cómo comienza la segunda etapa, que tiene el mismo desafío que es estabilizar la economía, pero con distintas características. Una de las dudas centrales es si el Gobierno entiende que seguir haciendo lo mismo que le dio éxito en sus primeros seis meses no le dará buenos resultados de ahora en adelante”.

Algunos fueron más duros y recordaron la conferencia de prensa del equipo económico de Mauricio Macri el 28 de diciembre de 2017, donde se anunció el cambio de metas inflacionarias y el gobierno macrista sufrió un duro golpe de credibilidad.

En esa conferencia de prensa estaban el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger y el ministro de Finanzas, Luis Caputo. Los mismos protagonistas de hoy.

El ex titular del Banco Central, el economista Alejandro Vanoli, escribió tras los anuncios de Caputo y Bausilli: “Cambiar el acreedor de pases del BCRA a una letra de regulación monetaria, “recuerdos de la cuenta de regulación monetaria de Martínez de Hoz”, es un cambio de acreedor. Si no se hace nada es como cambiar el pufo a otro cuarto de tu casa. Suponiendo todo se haga a “mercado” superávit fiscal sostenido, sin política de crecimiento para compensar el déficit no ya cuasifiscal sino fiscal, implica más ajuste y el ajuste afecta la recaudación y tenés de nuevo déficit. Y volvemos a mordernos la cola ¿Cómo se cierra?”.

Santiago Bausili es hombre de extrema confianza de Luis Caputo.

Los mercados ven problemas sin resolver, más allá de que Milei haya “domado” a la casta política en el Congreso.

Y está la dura realidad diaria lejos de las fronteras de la City.

La Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires dio a conocer las estadísticas de pobreza e indigencia correspondientes al primer trimestre del año. Los números son terribles.

Según el informe, el 30,4% de los hogares (411.000 viviendas) y el 35,1% de la población (1.083.000 personas) se encuentra en situación de pobreza. En la comparación interanual, hay un aumento de 198.000 hogares y 410.000 personas en condición de pobreza.

Pero lo peor son los niveles de indigencia, es decir de aquellas personas que no ganan lo suficiente como para cubrir sus necesidades alimenticias básicas. El 15,3% de la población de CABA está en condición de indigencia (471.000 personas). Es un valor que prácticamente duplica al del primer trimestre del 2023 (8,4%) y casi triplica el que existía algunos años atrás, como en 2017 y 2018, cuando el índice de indigencia rondaba el 4%.

Y en cuanto a la clase media. Se podría decir que es un sector en vías de extinción. En los primeros tres meses del 2023 el 49,2% de la población conformaba el sector medio, mientras que hoy ese segmento tiene una participación de 37,4% sobre el total (11,8 puntos menos).

También el “sector acomodado” se achicó, pasando de un 8,2% a un 5,3% en el período analizado. En ambos casos se trata de los valores más bajos de los que se tiene registro.

Estamos hablando de la región con mayor nivel de ingresos del país. Una catástrofe social.

Y si el Gobierno no lo quiere ver es porque decide ponerse una venda en los ojos. En un último trabajo cualitativo, la consultora Isonomía concluyó que un 63% de los argentinos se percibe de clase baja cuando, en realidad, buena parte de esos encuestados se consideraban antes de la pandemia de clase media.

En medio de la euforia oficialista por el triunfo en el Congreso, sonó una voz en Diputados. Uno de los principales representantes de los bloques dialoguistas en las negociaciones con la Casa Rosada, Miguel Ángel Pichetto, avisó e la sesión: “Se van acabando los tiempos”.

El cepo es más que cambiario. Y cada día que pasa se hace más difícil quebrarlo.

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