“Marcamos a los cóndores con unos dispositivos llamados daily diaries, que pueden medir la posición del ave hasta 40 veces por segundo y captar con precisión detalles de su comportamiento, tales como adónde va a tomar agua, dónde encontró alimento y cuánto aletea”, contó Sergio Lambertucci, director del Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación (Inibioma-Uncoma-Conicet), a la Agencia CTyS-UNLaM.
Contabilizar las veces que estas aves baten sus alas en vuelo les permitió tomar dimensión del gasto energético real que tienen al desplazarse, teniendo en cuenta que para especies como el cóndor andino, el costo de cada aleteo es 30 veces mayor que el de otros procesos metabólicos.
“Si bien sabemos que los cóndores vuelan mucho planeando, nos sorprendió que hubiera cóndores que pudieran volar más de 170 kilómetros sin aletear ni una sola vez, y que generalmente esos aleteos se produzcan casi exclusivamente cuando están despegando o, a veces, aterrizando. Haber alcanzado ese grado de detalle es lo interesante”, valoró el biólogo.
“El cóndor -explicó Lambertucci- es un animal que tiene que recorrer muy grandes áreas para encontrar su carroña en el medio de la estepa y puede llegar a pasar días sin dar con ese alimento. Entonces, ese desplazamiento tiene que ser de muy bajo costo porque, si no, sería como una trampa que no le permitiría sobrevivir”.
Para lograr un vuelo “low cost”, los ejemplares de esta especie se valen de la energía que provee el medio ambiente. En rigor, cuando se encuentran sobre la cordillera, utilizan más las corrientes ascendentes generadas por el choque del viento contra los filos de las montañas.
“El cóndor debe tomar una decisión muy eficiente y prolija acerca de dónde dejar una corriente ascendente y pasarse a otra. Si se eleva con una corriente térmica, en algún momento tendrá que dejarla para seguir avanzando. Si no la abandona a tiempo, se va a caer al suelo y eso le va a llevar a gastar mucha energía”, amplió el investigador.
Para los cóndores, el mayor problema a resolver son las condiciones del despegue, en el que invierten el 75 por ciento de sus aleteos.

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