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La historia volvió a tener un nuevo capítulo, y esta vez fue Bancruz el que se quedó con la gloria. En una de las semifinales más esperadas del fútbol de Río Gallegos, el conjunto dirigido por Esteban Arias derrotó a Boxing Club por 2 a 1 en el estadio Emilio “Pichón” Guatti, y se clasificó a la gran final del Apertura de la Liga de Fútbol Sur.
El clásico tenía todos los ingredientes para ser un partidazo. No solo se trataba de una semifinal, sino del enfrentamiento entre los dos clubes más ganadores de la historia del fútbol local. Boxing, con 22 títulos, y Bancruz, con 13, se volvieron a ver las caras en una instancia decisiva, reeditando una de las rivalidades más tradicionales de la ciudad.
Pero la realidad actual de ambos clubes es distinta. Mientras Boxing llegaba como líder absoluto de la fase regular, con un plantel joven pero sólido, Bancruz aparecía como el equipo en reconstrucción, tras su regreso reciente al fútbol federado. Sin embargo, en la cancha, la historia no pesa y el equipo de Arias mostró personalidad, trabajo táctico y eficacia en los momentos clave.
Desde el arranque el duelo fue parejo, friccionado y tenso. En los primeros minutos, el juego se repartió en el mediocampo, con imprecisiones de ambos lados y una presión constante que impidió la fluidez. La primera acción clara fue para Boxing, con un intento de Espindola que fue bien contenido por la defensa bancaria a los 11 minutos. Poco después, un gol de Portillo fue invalidado por offside.
A los 32 minutos, el marcador se abrió con un golazo de Enzo Sández, quien aprovechó un tiro libre al borde del área y colocó la pelota por encima del arquero Claudio Garay, adelantando al conjunto albiverde. Parecía que el local comenzaba a imponer su jerarquía. Sin embargo, apenas nueve minutos más tarde, una desatención defensiva le permitió a Matías Portillo ingresar al área y recibir una infracción que fue sancionada como penal. El propio delantero lo ejecutó, arquero a un lado, pelota al otro y 1 a 1 para irse al descanso.
El quiebre
En el segundo tiempo, Javier Guerreiro, técnico del Boxing, buscó variantes desde el banco con el ingreso de Daldosso, pero el juego mantuvo la misma tónica: dividido, con pocas conexiones y mucho juego físico. A los 22 minutos, tras una pelota parada ejecutada por Ruben Alcázar, y tras una serie de rebotes en el área, la pelota le quedó a Ramón Oyarzún, que con frialdad definió para el 2 a 1.
Con el marcador a favor, Bancruz se replegó con orden pero sin renunciar al ataque. Lejos de meterse atrás, presionó alto y cortó los circuitos del albiverde. Boxing, por su parte, buscó el empate con remates de media distancia —como uno peligroso de Echave— y una situación clara que tuvo Gallardo sobre el final, pero Garay respondió con solvencia y sostuvo la ventaja.
En el cierre, con cinco minutos de adición, Bancruz mostró personalidad. Defendió con criterio, manejó los tiempos y neutralizó cualquier intento del local por empatar. El pitazo final desató el festejo del azzurro, que no solo eliminó al candidato, sino que volvió a una final después de años de ausencia.
Finalizado el encuentro, Esteban Arias dialogó con La Opinión Austral y expresó su emoción: “La verdad que muy contento. Fue un partido tremendo que trabajamos mucho durante la semana. Analizamos a este gran rival que es Boxing y haber ganado hoy y pasado a la final es una alegría inmensa“.
Arias asumió este año tras la caída del acuerdo con Guevara, y llevó adelante un proceso de consolidación con un plantel joven y jugadores provenientes de la liga independiente y las divisiones menores. “Uno cuando arranca sueña con estas cosas. Después es trabajo, día a día. El tiempo fue dando frutos. El equipo se convenció de que había un buen plantel y hoy, gracias a Dios, estamos en la final”, afirmó.
Consultado sobre las claves del equipo, fue contundente: “Los chicos son más que un grupo, son una familia. Ver cómo se está reconstruyendo el club, después de tanto tiempo, para nosotros ya es un campeonato. Y ahora, a seguir trabajando. Este grupo se merece todo“.
Bancruz, que hasta hace poco luchaba por rearmarse institucionalmente, hoy volvió a escribir su nombre en lo más alto del fútbol local. Con entrega, humildad y trabajo, dio el golpe en el clásico y ahora irá por todo. La historia lo conoce. El presente lo reafirma. Y el futuro, ahora, le sonríe.
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