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Por Facundo Pedrini
Jerry
El adiós a un gran compañero.
Está tirado en una cama en el San Camilo, mientras juega con el control remoto de la cama ortopédica.
Posición 1: le duele, posición 2: le duele, posición 3: le duele.
En el televisor de la habitación 213 está Crónica TV.
De fondo y sin volumen. Como todos. Eso también le duele.
“Che, no vino nadie del canal”
Ya van a venir.
La maldición de la marca: Puede enterrar a Perón con una palabra y hacerse cargo de 30 millones de huérfanos, pero no sabe qué decirle a alguien que agoniza. Saber matar no es saber enterrar.
Después por suerte algunos reflexionaron.
Cara de antes,
frente de araña,
boca con rabia,
cejas de enojo.
Nada lisito.
Siempre para adentro,
siempre enojado,
siempre puteando,
“En televisión no hay que preguntar
qué va a pasar, sino qué hay que hacer”
Siempre en lo cierto.
Todo empezó a dividirse en antes de los rayos y después de los rayos y con quilombos en el medio que demoraban todo. Una enfermedad es una tragedia cotidiana que está llena de ansiedades. Jerry eligió comentarme los estados de WhatsApp para despedirse en cuotas.
– “¿Y vos nene, ¿cuándo vas a parar?”
– La velocidad es un problema para los perseguidos, no para los que persiguen.
– “Dejate de romper las pelotas con la poesía y frená”, “no termines como yo”.
Esa fue la última charla con el mejor director de cámaras de la historia del canal. Trabajó con Sandro, García, Julio Mahárbiz y Pipo Mancera; editó a Cerati, se puteó con Sofovich y a Riverito lo mostró alto y con pelo. Hizo de todo. Su cuerpo lo supo, su bolsillo no. Vivió en controles de aire que lo descontrolaron. Dirigió a la perfección todo lo que tocó, salvo su vida. Mereció más. Ir a ganador lo descolocó, cuando estuvo a salvo, no le alcanzó. La TV te aleja de los lugares seguros y te acerca a los pueblos que viven a la noche. Siempre jugó a tirarse vinagre en la llaga. Fue noble: Apostó por el trabajo y no por los padrinos del trabajo. No se inventó a si mismo pero inventó a varios. El decía eso. Y le creo. Quedarte afuera de los créditos te convierte en un resentido o en un jodido si no sos un profesional. Jerry era un profesional, pero los realizadores son como los toreros, viven de las propinas de Dios.
Hace un par de años, en medio de un derrumbe en una obra en construcción, una productora me dijo: “Querido, los obreros no fallecen, los obreros se mueren”.
Los directores no mueren.
Se funden en la imagen que viene
y se van a negro.
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