Jorge Cingolani trabaja en Correo Argentino en la pequeña localidad de Sastre, en la provincia de Santa Fe. Este viernes por la tarde regresaba a su casa, cuando vio un bolso que llamó su atención.

“El viernes, como es habitual y al terminar mi trabajo, me fui para mi casa. En el camino, vi un bolsito y decidí levantarlo. Me di cuenta de que tenía dinero adentro. Al llegar a mi domicilio, le conté a mi mujer y, de manera instantánea, lo publiqué en redes sociales”, recordó a El Litoral.

Hábil en la estrategia, la imagen que publicó mostraba el bolso, pero no el logo que tenía, así su dueño debía decirle cómo era.

“Por suerte, apareció el dueño. Eran los ahorros de toda su vida. Lloramos juntos cuando llegó a mi casa. Me ofreció una recompensa, cien mil pesos, pero no los acepté. Lo que no es mío no me pertenece. Sólo le pedí un cordero para festejar año nuevo”, agregó el empleado.

Apenas una hora y media después de haberlo publicado, sonó su teléfono. “Era un hombre que me decía que lo que había encontrado era de él. Le pedí que me detalle el logo y el contenido del bolso. Me dio todos los detalles y supe que era el dueño. Me agradeció mucho y terminamos llorando juntos”, recuerda.

A contar billetes

Cuando se encontraron, el dueño del dinero le contó que era un empleado rural que viajaba a dedo en la chata de una camioneta al momento de extraviar el dinero.

Me quiso dar una recompensa, un fajo de cien mil pesos, pero no lo agarré. Lo que es de él es de él”, afirmó.

Para el trabajador del correo, nunca fue su intención quedarse con el dinero: “Sentía que, si agarraba algo, era aprovecharme de él”.

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