En una ceremonia breve, íntima y de mucha emoción, el domingo 31 de diciembre, a las 9 de la mañana, fueron sepultados los restos de Oscar Demelli (La Momia blanca), el célebre e inolvidable personaje de Titanes en el ring. Tenía 76 años. También había trabajado en Crónica.
El servicio de la Cochería Veglia, partió desde la calle Intendente Vecco 1069 hasta el cementerio de San Isidro, en Don Bosco 530. Los casi mil metros recorridos para la despedida final fueron acompañados por familiares y amigos. Y el recuerdo en las coronas de su familia, la Red Basa, Grupo Crónica y Raúl Olmos.
Así, participaron su esposa Irene Simeoni, quien estuvo acompañada por su hermana María Rosa Simeoni y el esposo Carlos Guines; y Juan Demelli (20), el hijo de Oscar, que llegó con sus amigos Rodrigo Romero y Hugo Morillo; Emiliano Cagnacci, secretario general de Aduba, y su esposa Karina.
Grupo Crónica también estuvo ahí. Irene, muy emocionada le dio la última despedida. De frente al cajón, rodeada de sus afectos, le habló y hasta hubo aplausos.
Luego, el traslado hasta la sepultura final fue en silencio, bajo un sol de verano.
A los 76 años Oscar Demelli, La Momia blanca, deja un recuerdo imborrable para miles y miles de chicos y grandes que deliraron en vivo o por televisión con sus participaciones en Titanes. Oscar siempre decía: “Después de Martín Karadagian y Rubén Peucelle, La Momia es lo más grande que hay”.
Durante la mañana del domingo, y mientras dos empleados del cementerio terminaban con la ceremonia, volvió para todos el recuerdo de las más de 12.000 peleas y que “nunca perdí. Sólo tuve dos empates, con Martín Karadagian”, como reconocía siempre. Y así, como en un viaje en el tiempo, aparecieron aquellas imágenes de La Momia con los chicos, los que querían sacarse una foto y querían tocarlo.
Juan Demelli, orgulloso de su padre, le dijo a Crónica que está estudiando la carrera de Mecánico armero, en el Tiro Federal, para reparar y acondicionar armas. Además, seguirá con su otra pasión; la música. “A papá lo vi por última vez el jueves en el Hospital de San Isidro, donde estaba internado. Fue toda una sorpresa cuando nos avisaron que murió. Aún no lo puedo creer.”
Irene, miró la sepultura, las flores… Luego, confesó: “Muchos se enteraron por Crónica. No tenían idea que falleció. Tengo infinidad de mensajes, llamados. Y muchos amigos que se lamentaron no poder estar acá, despidiéndose. Muchos están de viaje por el fin de año. Así se dieron las cosas.”
Ella también destacó la faceta de “guerrero” de Oscar. “Quería que todos los chicos estudiarán, por eso defendía la universidad pública y gratuita y que todos recibieran atención de salud. Fue un fogoso defensor del hospital de San Isidro, donde todos lo atendieron de la mejor manera. Y quiero agradecer, en especial, al departamento de enfermería encabezado por Mariana Karuchek.”
Irene le dio a Crónica el último mensaje de despedida, algo muy especial: “Gracias por los momentos que vivimos y tenemos la esperanza de reencontrarnos en el nuevo sistema, en un mundo de paz y tranquilidad donde todo sea armonía y amor, donde no haya enfermedad, muerte, guerras y dolor. ¡Hasta pronto, Oscar! Tu recuerdo nos va acompañar hasta reencontrarnos.”
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