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Antes de viajar a la Antártida, Javier Milei les graficó en un papel a dos de sus funcionarios el plan económico a 45 años. Está cerca de cumplir un mes de gobierno y en su despacho de la Casa Rosada se muestra “re convencido” de esa teoría tanto como de que en cinco meses habrá “algún síntoma de mejora” ante el sacrificio que imparte a los sectores medios y bajos. En el mientras tanto, “sabe que la gente sufre pero no queda otra“. El remate que se repite entre las filas del oficialismo comenzó a encontrar reparos concretos en el ámbito judicial, sindical y de los gobernadores que obligaron a “hacer política”.
Para mayo próximo podría empezar a desacelerarse el ritmo inflacionario y volver a rondar entre el 10 a 15 por ciento mensual que marcó hasta noviembre último, antes de la devaluación del 118% del peso frente al dólar. Así lo vaticina el Presidente a los que lo rodean cuando conversan sobre el índice de diciembre, que marcará por lo menos el doble que su mes antecesor.
Desde ese círculo cuentan a Grupo Crónica que, si bien Milei es consciente del impacto negativo de las medidas de shock en el poder adquisitivo, “está totalmente seguro de su plan“. Se trata de un postulado a largo plazo que en lo inmediato aplica a través de su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo. Algunos puntos de partida son la liberación de precios, la devaluación de la moneda nacional, el achicamiento de la brecha cambiaria, el desaliento al ahorro en pesos, entre otros.
En plena visita de los técnicos del FMI, en la Rosada resumen así los cálculos del Presidente a corto plazo: “Cuando la inflación se devore la devaluación que habilitó un tipo de cambio atractivo para el campo, entonces se levantará el cepo cambiario”. Con los dólares de la cosecha estacionados en las reservas del Banco Central, Milei confía que para otoño podrá contener un poco la remarcación de precios.
Con dureza
Creer o reventar, la sociedad comienza a atravesar los meses “duros” y evalúa quién paga los costos de los primeros cambios en una macroeconomía que ya venía muy golpeada. Observa como los productos y servicios que en octubre se pagaban, por ejemplo, $1.000 y en noviembre $1.100 a $1.200, en diciembre los abonó entre $1.600 y $2.500. Ese sacudón que tarda o no llega a compensarse con mejores ingresos se repetiría en enero, febrero y también en marzo, según reconocen fuentes del Gobierno.
Como eco, en las redes sociales los usuarios que se encolumnan detrás o simpatizan con La Libertad Avanza simplificaron hábilmente sus respuestas ante quienes critican el plan estabilizador de alto impacto y sacrificio con la frase “no la ven”.
Los que sí la ven, de acuerdo con esa lógica, también se expresan en la calle y entienden que “es necesario”. Fueron las dos palabras que brindó esta semana una señora, que venía de trabajar, al móvil de Crónica HD en la estación Constitución antes de tomar el tren cuando fue consultada por la disparada de precios. En la vía pública muchos otros dejaron en claro con cacerolas que no comparten esa visión.
La semana que viene la sensación pasará a una cifra certera cuando el jueves se publique la inflación del Indec. De acuerdo con el informe de la consultora Ecolatina, el nivel general de diciembre “evidenció una notable aceleración” al pasar de la variación del 12,7% en noviembre a 24,7%. El rubro Alimentos y bebidas marcó 27,7%, el de Salud 38% y el de Esparcimiento 29,7%, entre otros.
Entre respaldos y rechazos, lo cierto es que por ahora las remarcaciones que le siguieron a la devaluación marcan un horizonte complejo para los bolsillos de los trabajadores.
Con la llegada de enero y a la espera del comienzo de una nueva ronda o revisión de las paritarias, la gran incógnita es cuánto de esos aumentos reconocerán las empresas y el Estado a la hora de negociar una actualización de los salarios.
Para los jubilados, en tanto, el Gobierno confirmó un bono de $55.000 para los haberes más bajos en enero, al tiempo que impulsa un cambio en la fórmula de movilidad en el Congreso. “Eso va a tardar mucho tiempo”, reconocen en Casa de Gobierno, por lo que los refuerzos para el sector quedan a discreción del Poder Ejecutivo.
Tejer puentes
Mientras Milei deja todo listo para alcanzar el PBI per cápita de Irlanda, tantea si el respaldo que recibe en las redes y en la calle es tan contundente como para confiarle resultados en el plazo de algunas décadas. La proyección a 45 años incluye una “buena noticia -según lo explicó a radio Delta-, en los procesos de convergencia dos tercios de la mejora ocurre en el primer tercio. La mejora la ves en 15 años”, prometió.
Los gremios, por ahora, no la ven a corto, mediano o largo plazo. El próximo miércoles 24, la CGT y la CTA harán su primer paro nacional en defensa de los derechos laborales y el salario. Sin embargo y con cierta lógica ante un Gobierno que recién arranca, los sindicalistas intentan tejer puentes para negociar reformas que sí consideren necesarias.
En otro plano, algunos jueces aceptaron sus reclamos y pusieron un freno a la iniciativa laboral del oficialismo. Otros capítulos también fueron judicializados. En el Congreso, sólo el armado de comisiones en sesiones extraordinarias se acercó al escándalo y los tiempos se inclinan a estirarse irremediablemente.
Cada reforma obliga al Gobierno a “hacer política”. Por eso en La Libertad Avanza, aunque muestran una intransigencia intacta en la superficie, debieron hacer esfuerzos “por abajo” para canalizar el diálogo. El ejemplo lo dio el bloque de los gobernadores patagónicos que rechazaron el régimen pesquero y al otro día se fueron de la Casa Rosada con la cuestión resuelta. Los recibió el ministro del Interior, Guillermo Francos.
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