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La 197ª reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina comenzará este lunes 12 de agosto y se extenderá hasta el martes 13. El encuentro, que se desarrollará en la sede del organismo, será encabezada por su presidente, monseñor Oscar Ojea junto a la Comisión Ejecutiva, monseñor Marcelo Colombo y monseñor Carlos Azpiroz Costa OP, vicepresidentes primero y segundo respectivamente; y monseñor Alberto Bochatey OSA, secretario general.

Como es tradición, se contará con la presencia del Sr. Nuncio Apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk. Asimismo, se sumará a este importante evento religioso el arzobispo porteño y exobispo de Río Gallegos, Jorge García Cuerva.

Durante las dos jornadas, los obispos llevarán a cabo el intercambio pastoral habitual y compartirán los informes de las distintas regiones pastorales.

Los bloques de trabajo estarán coordinados por la Comisión Episcopal de Liturgia, el Consejo de Protección de Menores, la Comisión Episcopal de Educación, y se abordará, junto a la Comisión de Ministerios, el tema de la Formación Permanente de los sacerdotes.

Además, se preparará la próxima Asamblea Sinodal, programada para octubre en Roma, y se discutirá el temario de la 125ª Asamblea Plenaria que tendrá lugar en noviembre.

Los obispos convocados para esta reunión son: Card. Mario Poli, Card Ángel Rossi, Mons. Jorge García Cuerva, Mons. Gustavo Montini, Mons. Mario Cargnello, Mons. Jorge Eduardo Scheinig, Mons. César Fernández, Mons. Sergio Fenoy, Mons. Héctor Zordán, Mons. Ariel Torrado Mosconi, Mons. Jorge Lugones, Mons. Jorge Vázquez, Mons. Gabriel Barba, Mons. Guillermo Caride, Mons. Pedro María Laxague, Mons. Ricardo Araya, Mons. Marcelo Mazzitelli, Mons. Hugo Santiago, Mons. Esteban Laxague y Mons. Carlos Tissera.

García Cuerva en la misa de San Cayetano: “Nuestra Patria está herida, despojada de casi todo”

En un año marcado por la crisis económica y social, la celebración del Día de San Cayetano adquirió un significado especial. Este 7 de agosto, miles de argentinos se congregaron en la iglesia de Liniers para celebrar al patrono del pan, la salud y el trabajo. Además de la tradicional peregrinación, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, ofició una misa que contó con la presencia de una multitud de feligreses.

Durante la homilía, García Cuerva realizó un llamado a la solidaridad y a la acción, instando a los fieles a ser “buenos samaritanos” en un contexto donde la desigualdad y la exclusión son cada vez más evidentes.

Fotos: Fernando Pérez Re/ Diario Crónica

El prelado destacó la figura de San Cayetano como un “amigo del pueblo” que nos invita a construir una sociedad más justa y equitativa. Haciendo referencia al Evangelio de Lucas, Cuerva comparó la situación actual del país con la parábola del buen samaritano, donde un hombre es asaltado y dejado herido al costado del camino.

Nuestra Patria está herida, despojada de casi todo“, afirmó el Arzobispo, señalando la crisis económica, la violencia y la corrupción como las principales causas de este sufrimiento. Sin embargo, lejos de caer en el pesimismo, Cuerva instó a los fieles a ser agentes de cambio y a trabajar por un futuro mejor.

“No nos queremos quedar reflexionando de los ladrones de esperanza y dignidad, profetas de calamidades y tragedias. Porque hoy es 7 de agosto y estamos de fiesta, la fiesta de nuestro amigo San Cayetano. Le traemos como regalo nuestras peticiones y agradecimientos, y le pedimos con el lema de este año, un corazón más solidario, porque experimentamos que cuando la sociedad se fractura y agrieta, son los esfuerzos solidarios los que vuelven a tejer fraternidad y compromiso“, aseguró el arzobispo.

Fotos: Fernando Pérez Re/ Diario Crónica

No queremos pasar de largo frente a tantos heridos al borde del camino de la vida“, expresó el prelado, haciendo un llamado a la acción y al compromiso social. En este sentido, destacó la importancia de la solidaridad y la fraternidad, valores que, según él, son fundamentales para superar los desafíos actuales.

El Arzobispo también hizo hincapié en la necesidad de trabajar por una sociedad más inclusiva, donde todos tengan las mismas oportunidades. Citando al Papa Francisco, Cuerva afirmó que “lo verdaderamente popular, porque promueve el bien del pueblo, es asegurar a todos, la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas”.

Homilía completa del arzobispo Jorge Ignacio García Cuerva en el Día de San Cayetano

Como peregrinos, nos volvemos a reunir en torno a San Cayetano, el amigo del pueblo, al que le pedimos un corazón más solidario. San Cayetano, el amigo del pueblo…nuestro pueblo desde las entrañas de fe más profundas, reconoce al patrono del pan y del trabajo como amigo, frente a ladrones que desde hace años lo despojaron de todo (Lc 10, 30), como dice el Evangelio de hoy.

Otro santo, Santo Tomás de Aquino, dice que el verdadero amigo quiere para su amigo que exista y viva, quiere hacerle el bien, deleitarse con su convivencia, y finalmente compartir con él sus alegrías y tristezas, viviendo con él en un solo corazón.

Por todo eso San Cayetano es nuestro amigo: porque quiere que tengamos una vida digna con un trabajo que, no sólo sea un modo de ganarse el pan, sino un cauce para el crecimiento personal y comunitario; y también, porque quiere que todos tengan una educación de calidad que los haga protagonistas de sus vidas, verdaderamente libres de pensar y decidir, sin presiones ni condicionamientos. Por ser nuestro amigo nos hace bien venir a visitarlo y poner nuestra vida en sus manos, compartiendo con él alegrías y tristezas.

San Cayetano nos quiere gratuitamente como nos quiere Dios, no nos pide nada a cambio. Le importa mucho nuestra vida; clama al Cielo con nosotros por mejores condiciones de vida para todos; porque desde hace años nuestra Patria está herida, despojada de casi todo, media muerta, como el hombre de la parábola que bajaba de Jerusalén a Jericó y fue víctima de los salteadores. (cfr. Lc 10, 30). El cardenal Bergoglio decía hace años refiriéndose a este relato evangélico: A los salteadores los conocemos. Hemos visto avanzar en nuestra Patria las densas sombras del abandono, de la violencia utilizada para mezquinos intereses de poder y división, y la ambición de la función pública buscada como botín.

El hombre cayó en manos de unos ladrones; hoy son manos manchadas de sangre por el narcotráfico que roba el futuro de generaciones enteras, manos sucias de corrupción y coima que roban oportunidades, manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia que roban solidaridad.

Pero no nos queremos quedar reflexionando de los ladrones de esperanza y dignidad, profetas de calamidades y tragedias. Porque hoy es 7 de agosto y estamos de fiesta, la fiesta de nuestro amigo San Cayetano. Le traemos como regalo nuestras peticiones y agradecimientos, y le pedimos con el lema de este año, un corazón más solidario, porque experimentamos que cuando la sociedad se fractura y agrieta, son los esfuerzos solidarios los que vuelven a tejer fraternidad y compromiso.

No queremos pasar de largo frente a tantos heridos al borde del camino de la vida, frente a tantos rostros concretos, víctimas de la exclusión. Hay muchas maneras de pasar de largo: vivir ensimismados, desentenderse de los demás, ser indiferentes, o discutir en escritorios cifras de pobreza y de indigencia, esterilizadas de lágrimas y humanidad.

Para el amigo San Cayetano, cada uno de los peregrinos es reconocido, escuchado, tenido en cuenta, llamado por su nombre. Un amigo no pasa de largo, no mira desde lejos; y esto no es un tema de ideologías o posturas partidarias; es un tema de estar o no cerca de la gente sencilla de a pie, la que se levanta temprano para ir a trabajar, la que lleva los chicos a la escuela, la que la pelea todos los días para llevar el pan a la mesa familiar, la que sigue haciendo un esfuerzo enorme a pesar de todo. Porque como dice Francisco: Lo verdaderamente popular, porque promueve el bien del pueblo, es asegurar a todos, la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto, (sigue diciendo el Papa), en que ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo.

Queremos ser buenos samaritanos que curan heridas, porque, y retomo palabras de Bergoglio allá por el 2003, “no tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, eso sería infantil, sino más bien hemos de ser parte activa en la rehabilitación y el auxilio del país herido, ya que, aunque golpeados, seguimos creyendo que el amor al prójimo y la amistad social son posibles y
que vale la pena ser buenos y honestos.

El santuario de San Cayetano es como aquella posada del Evangelio: recibe a los heridos de la vida, recibe a los golpeados en su dignidad por la falta de trabajo y por una miseria lacerante y creciente, recibe a los que están profundamente angustiados y solos, recibe a nuestros jóvenes, y también a los abuelos.

Que entonces, también nuestro bendito país sea una verdadera posada para todos, sin excluir a nadie. En este tiempo lo hemos demostrado acompañando bien de cerca a nuestros hermanos venezolanos, la comunidad inmigrante más numerosa en la ciudad de Buenos Aires, a quienes hospedamos con el afecto, la cercanía y la oración. Que ese modo de ser se nos haga costumbre: que desde el corazón todos seamos hospederos de la vida de los otros; todos hermanos, amigos de San Cayetano, que hoy más que nunca, nos anima a la solidaridad con los más pobres y pide con nosotros paz, pan y trabajo.

¡Viva nuestro amigo San Cayetano!
¡Viva el patrono del pan y el trabajo!
¡Viva San Cayetano!

 

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