Rodolfo Roque Hernán Barili nació y se crió en Rauch, provincia de Buenos Aires. Tiene dos hijos: Dante y Benicio.
Actualmente se va a casar y comentó a Infobae: “Encontré a la persona, el amor y la mujer de mi vida. Quiero que mis amigos y la gente que amo esten ahí para festejar. Cuando vos a esta edad, 50, encontras al /el indicado/a tiene, en algunas cosas, la vibración de algo muy parecido al amor de la adolescencia. Gracias a la adultez entendes ante que estás, y eso es algo importante”.
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Con respecto a su infancia, el padre los abandonó a la familia, por eso su hermana y él y quedaron a cargo la madre: “Se fue cuando yo tenía 7 más o menos. Un domingo a la mañana caminábamos con mi vieja, íbamos a misa solos y me dijo: ‘mamá tomó la decisión de separarse de papá’. Vivíamos los 3 con el sueldo de ella y, además, siempre hubo gente que ayudó. Había una asociación becaria en el pueblo, de la que actualmente formo parte ayudando. Eran dos pesos, pero significaba una fortuna para mí”.
Cuando fue a Buenos Aires vivió en una pensión y después en el estudio 2 de una radio: “No era sencillo estar acá sin un mango en una pensión”, destacó.
“Una tarde, un domingo, llamé a mi vieja y le dije: ya está, no tengo un mango. En el verano, desde el primer año del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), me iba a la costa a una radio en Santa Teresita. Hacía una guita, pasaba el verano, imaginate. Estaba en el boliche, conducía en la radio; te garpan el alojamiento y la comida. Volvía con dinero para bancar el comienzo del año. Era el mejor plan de mi vida. Eso me alcanzaba hasta la mitad del mismo, entonces le dije: “Ya está; me vuelvo, me harté. Y ahí viene tal vez el lado B de mi vieja: “Si querés ser un irrealizado volvete, pero vas a serlo toda tu vida. Si queres eso volve”.
“Corté el teléfono, lloré, la maldije. Pero me salvó la vida. Tengo una frase que suena soberbia pero que es el resultado de ese momento: “pobre aquel que se interponga entre mis sueños y yo”. Cuando alguien te pide un consejo es: no renuncies. Ese lado B de mi vieja me salvó la vida”, concluyó.
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