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Una nueva medida de fuerza del gremio de controladores aéreos (ATEPSA) paralizó parte de la actividad aeronáutica en el país y desató una jornada de incertidumbre en los principales aeropuertos argentinos. Cancelaciones, reprogramaciones y demoras se repitieron en Aeroparque, Ezeiza y distintas terminales del interior, con miles de pasajeros varados que debieron reacomodar sus planes de viaje.
Aerolíneas Argentinas fue la primera en advertir el alcance del conflicto. La compañía informó que solo en la franja horaria de 13 a 16 horas se vieron afectados más de 8.000 pasajeros por la cancelación de 28 vuelos y la reprogramación de otros 43, tanto en rutas de cabotaje como regionales. Desde la empresa confirmaron que el panorama podría complicarse aún más durante la segunda ventana de la medida, entre las 19 y 22 horas, lo que haría crecer la cifra de afectados a lo largo de la jornada. En un comunicado oficial, Aerolíneas pidió a los usuarios estar atentos a posibles cambios durante todo el día y recomendó revisar el estado de los vuelos a través de su aplicación y sitio web.
El impacto no se limitó a la línea de bandera. LATAM, que opera vuelos de cabotaje y regionales desde y hacia la Argentina, también emitió una alerta anticipando que la medida gremial podría alterar sus servicios los días 22 y 24 de agosto. La empresa ofreció flexibilidad para reprogramar pasajes sin penalidad ni diferencia tarifaria, en un intento por llevar algo de tranquilidad a los viajeros que se encontraron con la noticia de manera repentina.
En la misma línea, JetSMART comunicó que algunos de sus vuelos se verán alcanzados por la protesta y anunció la posibilidad de cambiar las fechas de viaje sin costo adicional hasta el 14 de septiembre de 2025. Según aclaró la low cost, las modificaciones se podrán gestionar hasta el 31 de agosto a través de su plataforma digital. “La prioridad es reducir el impacto sobre los pasajeros y mantener una comunicación clara y actualizada”, afirmaron desde la compañía.
Flybondi, por su parte, reconoció que la medida de fuerza obligó a modificar de manera significativa su programación. La empresa canceló 10 vuelos y reprogramó más de 35, lo que afectó a unos 7.000 pasajeros en una sola jornada. En un tono más crítico hacia el gremio, la aerolínea low cost señaló que la medida fue adoptada “sin la más mínima consideración del impacto negativo que generan en los usuarios”.
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