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Daniel Hugo Piazzolla, músico, compositor y uno de los principales herederos artísticos del legado de Astor Piazzolla, falleció en las últimas horas a los 80 años a causa de complicaciones derivadas de un enfisema pulmonar. Su nombre quedó ligado de manera directa a una de las etapas más arriesgadas y discutidas de la obra del creador del Nuevo Tango: la del Octeto Electrónico, a mediados de los años setenta, un proyecto que llevó la música rioplatense hacia territorios hasta entonces impensados.
Nacido en Buenos Aires el 28 de febrero de 1945, Daniel fue el segundo hijo de Astor Piazzolla y de Dedé Wolff, con quien el compositor también tuvo a Diana, fallecida en 2009. Su infancia transcurrió en un entorno atravesado por la música y los viajes: la familia vivió en Parque Chacabuco, residió un tiempo en Nueva York y atravesó la estadía en París, donde Astor estudió con Nadia Boulanger.
Aunque su vínculo con la obra paterna fue temprano, la participación profesional de Daniel Piazzolla se consolidó a mediados de la década del setenta. Lejos de ocupar un rol meramente filial, integró activamente el Octeto Electrónico entre 1976 y 1977, tocando sintetizadores y percusión. Aquella formación incorporó instrumentos eléctricos, climas propios del jazz contemporáneo y una concepción rítmica que descolocó tanto al público tanguero como a buena parte de la crítica de la época.
El proyecto tuvo dos encarnaciones. La primera se presentó durante 1976 y se despidió ese mismo año con un concierto en el Teatro Gran Rex. La segunda salió de gira por Europa a comienzos de 1977. Daniel, además, cumplió un rol central en la organización del grupo joven que funcionó ese año, una tarea clave en un proyecto complejo, exigente y de permanente reformulación.
La experiencia le permitió conocer desde adentro el método de trabajo de Astor Piazzolla: la precisión rítmica, la atención al color instrumental y una idea del tango como música de su tiempo, en diálogo constante con otras tradiciones. Ese aprendizaje se trasladó luego a una tarea menos visible pero no menos significativa: la de intérprete y difusor del legado paterno.
Su álbum Piazzolla por Piazzolla, donde revisita la etapa del Octeto Electrónico e incorpora composiciones propias, se inscribe en esa línea. Lejos del tributo convencional, el disco propone una lectura sobria e informada, respetuosa de la escritura original y de su arquitectura musical.
En 1978, cuando Astor decidió volver al formato más tradicional del quinteto, sin sintetizador, padre e hijo se distanciaron durante más de una década. El reencuentro se produjo poco antes del ACV que dejó postrado al compositor, a quien Daniel acompañó hasta su muerte, en 1992.
Padre del baterista Daniel “Pipi” Piazzolla, líder de Escalandrum, Daniel Hugo fue una memoria viva de la familia Piazzolla. Su fallecimiento deja un vacío en la historia del tango contemporáneo y en la preservación de una de las obras más influyentes de la música argentina. (NA)
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