“Los acreedores tienen como molestar en la economía interna y lamentablemente estas cosas pasan. Y tienen cómo hacerlo y poseen, además, mucha gente que se pone un poco al servicio de ello(s).” La frase del presidente Alberto Fernández, pronunciada durante una entrevista en Radio Rivadavia (Buenos Aires), buscó explicar, en parte, por qué existe una brecha superior al 80 por ciento entre la cotización del tipo de cambio oficial y sus versiones para la fuga de capitales llamadas Contado con Liquidación (CCL) o MEP (dólar bolsa).

El tipo de cambio oficial cerró el miércoles en 69,75 pesos, mientras que el CCL –operatoria que implica la compraventa de bonos o acciones para fugar divisas- cerró en 125 pesos y el MEP –misma operatoria que el contado con liquidación pero dentro de la Bolsa de Comercio- cotizó en 122 pesos.

Desde el Gobierno Nacional no creen que existan fundamentos macroeconómicos para semejante disparidad. Lo que sí hay son distintos sectores que pujan ya sea por una devaluación del tipo de cambio oficial (exportadores), los bonistas que pretenden doblegar al Gobierno en el proceso de renegociación de una parte de la deuda externa y ahorristas genuinos que son permanentemente “asustados” por los formadores de opinión, esos mismos que Fernández señaló al servicio de los acreedores.

 

El miércoles, el tipo de cambio oficial cerró en $ 69,75 y la compraventa de bonos a $ 125

 

El mercado del CCL es relativamente chico; por jornada puede haber, en promedio, operaciones por 45 millones de dólares con picos de 100 millones. Por otro lado, la oferta de dólares por estos canales es limitada. ¿Entonces qué es lo que ocurre? Por un lado, la existencia de semejante brecha es señal de que los controles de cambio están funcionando. El macrismo había desarmado todas las regulaciones del mercado de cambio para permitir el ingreso y salida de divisas de manera indiscriminada. El saldo fue un fenomenal endeudamiento que “financió” la fuga de capitales. “Mejor la brecha a que el dólar oficial se vaya a 120 pesos”, sintetizó un economista cercano al Gobierno.

Así como el Banco Central puede incidir (regular) el tipo de cambio a través de la compra y venta de dólares, lo mismo podría hacer al intervenir en la compraventa de bonos con parte de sus reservas internacionales (dólares); de esa manera habría una mayor oferta en el CCL y la cotización debería bajar. Hasta el momento no lo ha hecho.

Pero el tema de fondo son las expectativas. Fernández apuntó a los bonistas con los que se está negociando una reestructuración de la deuda. Como señaló el economista de la Universidad Nacional de Avellaneda Sergio Chouza, en diálogo con La Opinión Austral, muchos de esos mismos Fondos tienen bonos en pesos de las provincias; BlackRock –el mismo que le advirtió al Gobierno “no sabes con quién te estás metiendo”- cuenta en su cartera con los famosos BOTE, instrumento ideado por el ex ministro de Hacienda, Luis Caputo.

“Se sabe que en Buenos Aires se está llevando adelante una operatoria de venta de un bono puntual, en pesos. Es decir, hay un Fondo de Inversión que está desarmando esa posición y es posible que esos pesos salgan del sistema vía contado con liquidación”, analizó Chouza. Como estas son “operaciones ciegas”, no se sabe quién es el jugador. Tranquilamente, podría ser alguno de los acreedores que “molestan en la economía interna” como resumió Fernández.

El otro sector que suele presionar para forzar una mejora de su rentabilidad, vía devaluación, es el exportador (agro exportador). Durante el primer cuatrimestre de este año, las empresas del sector liquidaron casi un 18 por ciento menos de divisas que en el mismo período del año pasado, según los números que difunde el Centro de Exportadores de Cereales. Argumentan problemas causados por el Centro de Exportadores de Cereales y un bajo caudal del río Paraná, lo que habría complicado los embarques.

Sin embargo, el agropecuario es uno de los pocos sectores que no dejó de trabajar durante este tiempo de pandemia. Según los registros del Ministerio de Agricultura, las exportaciones fluyeron sin dificultades, incluso con algunos resultados superiores a los marcados el año pasado.

Por ende, la baja liquidación de divisas obedecería a otros factores: por un lado, adelantaron ventas el año pasado para saltearse el aumento de las retenciones y por otro lado, podrían no haberlas ingresado al país. De esta manera presionan para que haya una devaluación del tipo de cambio oficial.

Existen estimaciones oficiales que indican que el tipo de cambio nominal podría saltar a los 85 pesos para diciembre con una inflación anualizada de casi 50 por ciento y una caída del PBI del 7 por ciento. Los bonistas (grandes Fondos de Inversión que no tendrían pruritos en mutar a Buitres) juegan con este escenario de crisis.

Leé más notas de Sebastián Premici