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De acuerdo con las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), más de 1,2 millones de residentes abandonaron el país, mientras que solo ingresaron poco más de 540 mil visitantes extranjeros. El resultado: un déficit turístico de 667.200 personas y una pérdida neta estimada en USD 360 millones.
Esta tendencia encendió las alarmas en el Banco Central (BCRA), que ve cómo el turismo internacional se transforma en un canal de fuga de divisas en un contexto de escasas reservas y tensión cambiaria. En comparación con junio de 2024, las salidas de argentinos al exterior crecieron un 28,6%, con 643.800 turistas (que pernoctaron al menos una noche) y 575.800 excursionistas (sin pernoctación).
El modo de transporte más utilizado fue el avión, con un 57% del total, seguido por el paso terrestre (35,9%) y las vías marítimas o fluviales (7%).
En contraste, el turismo receptivo cayó un 4,3% interanual. Durante el mes, ingresaron al país 542.300 visitantes no residentes, divididos entre 318.800 turistas y 223.600 excursionistas. Más del 70% provino de países limítrofes: Brasil encabezó el ranking con un 27,6%, seguido por Uruguay (20,3%) y Chile (11,2%).
Desde el Centro de Estudios para la Producción y la Competitividad (CEPEC) advierten que el desequilibrio tiene un impacto doble: menos divisas por turismo receptivo y una mayor demanda de dólares por parte de quienes viajan al exterior, fenómeno estimulado por un tipo de cambio oficial que, para muchos, sigue estando atrasado.
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