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La memoria futbolera suele volver con fuerza cuando una anécdota toca fibras sensibles. En una reciente participación en el programa deportivo “XDXT PLAY”, el ex defensor de Atlético Rafaela Lucas Aveldaño recordó el partido que su equipo perdió 1–0 ante la Comisión de Actividades Infantiles (CAI) en 2008 y, en ese marco, lanzó calificativos agraviantes contra el club comodorense. “Estos equipos de mierda que tienen que jugar en la J”, dijo, y agregó: “Si desaparecieron, es lo mejor que podría haber pasado”.
El encuentro en cuestión se disputó el 6 de abril de 2008, por la 28ª fecha de la Primera B Nacional, en el estadio municipal de Kilómetro 3, en Comodoro Rivadavia, en una jornada atravesada por ráfagas rondando los 100 km/h. Aveldaño describió que el viento condicionó cada saque de arco y el desarrollo del juego: “Le pegaba de abajo y la pelota no salía del área. Ahí me enteré de una norma que no sabía: si le pegás y la pelota vuelve sin picar y entra, es córner. Me contaron que pateé 43 veces de abajo en el segundo tiempo”, relató.
El defensor también reconstruyó el contexto en el perímetro del campo: “Atrás hay un cerro con arenilla. Teníamos los ojos mal, no podíamos ver. Horrible”. Según su testimonio, el partido se encaminaba al 0–0 cuando llegó el desenlace que haría historia: “Último minuto, saca el arquero de ellos… viene una bala, pica un poquito atrás del punto del penal y se mete abajo del travesaño. Perdimos 1–0”. Ese remate fue del arquero Emanuel Trípodi, cuyo envío de arco a arco quedó asociado a una de las postales más recordadas de aquella temporada en la Patagonia.
Luego del final, Aveldaño admitió la bronca que invadió al vestuario visitante: “Entramos recalientes”, dijo. Las frases, vertidas años después y en tono de anécdota, no tardaron en generar reacciones en redes sociales por su carácter ofensivo hacia una institución que compitió en el ascenso nacional y que forma parte de la identidad futbolera de la Patagonia.
Más allá del color de una tarde condicionada por el viento —un rasgo frecuente en canchas del sur—, los dichos de Aveldaño reabren un debate que excede a un resultado: el lugar del respeto por los rivales en la memoria de nuestro fútbol y el valor de clubes que, con menos reflectores, sostienen la competencia federal y alimentan historias que también son parte de la cultura deportiva argentina. En la cancha, aquel día, la CAI ganó 1–0; fuera de ella, la discusión por los límites de la chicana volvió a ponerse sobre la mesa.
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