“Pedrito” es un loro que causó furor en las redes. A través de TikTok, se viralizó un video del ave hablando con el característico acento de una región argentina: el cordobés, lo que rápidamente suscitó la sorpresa de los usuarios.
Esta llamativa secuencia fue difundida en la cuenta de su dueña (@simonpedro8450). En la filmación que causó gran revuelo en la mencionada plataforma y en otras, como X (exTwitter), se puede apreciar cómo “Pedrito” imita esa forma de hablar de la mujer que lo cuida, quien conversa con él mientras coloca alimento dentro de su jaula.
“¿Comiste la comida?”, es una de las frases que pronuncia el animal cordobés. Además, repite otras expresiones de su dueña, una de ellas sumamente hilarante: “¡Cochino Pedrito!”. Ante el reclamo de la mujer por la suciedad del suelo, el ave replica: “¡Mira cómo está el piso!”.
“¡Un loro con acento cordobés! ¡Estoy desmayada!”; “¡Es la primera vez en mi vida que escucho un loro cordobés!”; “¡Ay, mi amor, ese acentoooooo! ¡Morí de amor!”; “Si algo le faltaba a la bella República de Córdoba es un loro con tonada… ¡te amamos fuerte, Pedrito!”, fueron solo algunos de los comentarios de la publicación.
En la misma cuenta de TikTok se pueden encontrar otros videos del ave que emula el dialecto de los habitantes de la provincia de Córdoba. Entre ellos, están algunos que lo muestran entonando una canción, interactuando con una pequeña niña que forma parte de su familia, así como también alimentándose.
¿Por qué los loros “hablan”?
Los loros se destacan entre los pocos animales capaces de imitar de forma espontánea los sonidos de otras especies que escuchan en su entorno, incluido el habla humana. Una investigación publicada en 2015 en la revista científica Plos One halló diferencias estructurales clave en sus cerebros que podrían explicar su extraordinaria habilidad para copiar sonidos.
El estudio reveló que los cerebros de los loros presentan una organización estructural distinta a la de los pájaros cantores, conocidos por su canto armonioso, así como a la de los colibríes, que también pueden aprender sonidos.
La principal diferencia es la presencia de lo que los científicos llaman un “caparazón“. Esta estructura, junto con el sistema motor, apoya los procesos de imitación, permitiendo que estas especies combinen la información auditiva sobre el entorno con los comportamientos necesarios para reproducirlo.
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