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A un mes de las elecciones de medio término y a tres de cumplir los dos años de mandato, el gobierno de Javier Milei presenta una imagen de extrema debilidad, tanto política como económica.
En lo político, viene de perder por una amplia diferencia en las elecciones bonaerenses -que el propio Milei buscó nacionalizar-; fuertes derrotas en el Congreso con vetos rechazados y un bloque oficialista resquebrajado; peleas internas sin resolver; gobernadores que antes apoyaban y hoy le dan la espalda a la Casa Rosada; denuncias de corrupción y causas judiciales que acechan, y una imagen presidencial en declive.
En lo económico, un riesgo país que vuela; el dólar arriba de 1500 pesos; las reservas en caída vertical y ventas del Central que superan los 1.000 millones de dólares en apenas tres días; la economía en recesión; el consumo sumergido; la confianza por el piso y un apoyo empresario que se aleja, y un presupuesto recién presentado que ya parece inservible.
Un clima de debilidad que empieza a poner bajo la lupa la gobernabilidad de Milei. Los inversores no solo no llegan sino que los que están entienden que sus apuestas financieras corren riesgo extremo y piensan como retirarse.
La idea de unas elecciones legislativas en las que el oficialismo “arrase” en las urnas, tal como pronosticó Milei, parece hoy muy difícil de convertirse en realidad. Así, se aleja la posibilidad de contar para la segunda mitad del mandato con un Congreso más favorable. Lo que pone en duda la idea de avanzar con reformas fuertes en el terreno previsional, laboral e impositivo.
“Nos quieren voltear”, gritan desde el Gobierno, alejando cualquier posibilidad de reconocer groseros errores propios que llevaron a esta situación.
Una victimización que acrecienta más aún la imagen de debilidad.
El Presidente, entonces, apuesta a que la ayuda llegue desde el Norte. Estos días estará en los Estados Unidos en una visita en la que su participación en la Asamblea de Naciones Unidas queda en un plano marginal y lo más importante pasará por el encuentro con Donald Trump el martes en Nueva York.
Cada vez más solo, Milei necesita de los dólares que pueda enviarle de manera directa el Tesoro de los Estados Unidos, para hacerle frente a la crisis financiera.
De lo que salga del encuentro con Trump dependerá mucho el futuro cercano del gobierno.
“Lo peor ya pasó”, aseguró la semana pasada Milei al presentar el proyecto de presupuesto para 2026. Una frase triste por sus antecedentes. Le recordaron que ya la había dicho Fernando De la Rúa y también Mauricio Macri, ambos presidentes con administraciones que terminaron en el fracaso.
Lo cierto es que la confirmación de una reunión con Trump cambió el humor en la Casa Rosada. Parece ser la antesala de un salvataje muy necesario para salir de la crisis.
La negociación a la que el martes se le pondría el broche final significa un canje de monedas que respalde las reservas en unos 10 mil millones de dólares, aunque la cifra no está clara. Un salvavidas después de lograr un exitoso blanqueo por unos 20.000 millones de dólares, de haber recurrido al prestamista de última instancia internacional, el FMI, y de haber agotado ese recurso en apenas cinco meses. Muchos dólares que se han ido.
De esta manera, la semana arranca como terminó la anterior, con una gran tensión financiera. Pero si se acuerda una fuerte ayuda de Trump, la situación tendría muchas posibilidades de tranquilizarse. Pero se planteará una polémica que ya se produjo en el gobierno de Macri: se está ante un fuerte endeudamiento -en este caso directamente con EE.UU.- para ayudar al oficialismo en medio de una campaña electoral. Además, la pregunta que se suma es qué condiciones le impondrá el Tesoro a la Argentina a cambio de este gran salvavidas.
Pero el país llegó a la crisis actual por la mala praxis económica y política del gobierno de Javier Milei, quien acepta errores en lo político pero reafirma el rumbo económico y no admite errores en la receta aplicada. Entonces, si utiliza los dólares que le brinde el amigo Trump para continuar en el mismo camino que terminó en esta crisis, ¿qué terminará pasando? ¿Podría llegar bien a octubre, pero después?
En declaraciones radiales con un periodista amigo, Milei aseguró que la de octubre “es la elección más importante de nuestra vida”. Allí, según el presidente, se juega no solo el futuro del gobierno sino el del país.
Una estrategia a todo o nada después de la derrota en los comicios bonaerenses. Una jugada de mucho riesgo de un gobierno en estado de debilidad y con la desconfianza no solo de la mayor parte de la sociedad sino también del llamado Círculo Rojo.
Esta semana se podrá comenzar a ver la respuesta.
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