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La novela que rodeó el viaje formativo de los chicos de Unión Santacruceña tuvo dos definiciones en la radio: por un lado, el fin del operativo de regreso —“a Dios gracias, ya están en casa todos”, dijo Claudio Leyenda en LU12 AM680— y, por el otro, un cruce en vivo que trasladó el conflicto al terreno judicial. Mientras el presidente del club explicaba cómo se completó el traslado desde El Calafate y Córdoba, Marcela Godfrid —la mujer señalada por las familias por la presunta estafa en la compra de pasajes— envió un mensaje que fue leído al aire: pidió que Leyenda “comente sobre la violencia de género que ejerció”, anticipó una citación judicial y mencionó “amenazas de un familiar”.

La acusación interrumpió la entrevista y colocó el foco en un punto sensible. Leyenda rechazó de plano las agresiones: “Nosotros nunca la agredimos, nunca le hicimos nada”, sostuvo. Relató que, ante la tensión generada cuando se cayeron pasajes a último momento, llamaron a la Policía, que se acercó al lugar, y que las familias se retiraron cuando el abogado del club así lo indicó. “Que ponga las cámaras de 15 a 22 y que lo publique; no tenemos nada que esconder”, desafió el dirigente, quien remarcó que el club se maneja por la vía legal y que mañana realizarán una reunión con el equipo jurídico y las familias para definir los pasos a seguir.

Talleres RG y Unión Santacruceña unidos en Córdoba.

En el repaso de lo ocurrido, Leyenda explicó que viajó a El Calafate para completar el traslado terrestre que permitió el reencuentro en Río Gallegos, luego de que el domingo la acusada enviara pasajes “a los diez” chicos que permanecían en Córdoba. Describió, además, el apoyo recibido durante los días más duros: en El Calafate, transporte, aeropuerto y Aerolíneas; en Córdoba, la organización del torneo y el club Talleres. “Los chicos de Talleres nos prestaron jugadores y los nuestros pudieron participar y disfrutar”, contó, al destacar que incluso asistieron al partido Talleres–River.

Los chicos de Unión asistieron al partido Talleres-River.

Consultado sobre el origen del conflicto, el presidente recordó que, según le informaron, la agencia que intermedió en las ventas no estaba habilitada. “Nunca sospechamos: es gente conocida”, admitió. Señaló que, la noche previa a la salida, la mujer aseguró que “estaba todo bien”, pero horas después parte de los pasajes no existía. “Podía habernos dicho que seis no salían y frenábamos la delegación”, lamentó. Recalcó que el club documentó lo ocurrido y que avanzará con acciones para que se reintegre el dinero a quienes no viajaron y para resarcir el daño “anímico y deportivo” a los chicos.

El cierre, esta vez, puso otra vez a los pibes en el centro. La delegación retomó la rutina en Río Gallegos, mientras el cuerpo técnico acompañó a las familias que atravesaron el trastorno. La experiencia dejó una certeza: el tejido comunitario —clubes, familias, trabajadores y vecinos— sostuvo la vuelta cuando la logística falló. El resto quedará en manos de la Justicia y de las partes.

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