Your browser doesn’t support HTML5 audio

¿Cómo hablar de la obra de un artista sin su voz? Los bichos políticos, los pingüinos y la falange son algunas de las imágenes que referencian la producción de Carlos D’Amico (1959-2019).

El arte sucede en un contexto cultural, social, económico, político. El artista elige los temas y cómo los aborda. Las obras de D’Amico llegaban al público por etapas, primero captaban la atención, luego provocaban una sonrisa, la conexión emocional con la obra y entonces, las preguntas/los descubrimientos.

Colores, creatividad, ingenio, lo lúdico, son palabras claves para una primera aproximación a su vasta producción.

“Con el PBI”, “La estrella azul”, “Pañol”, “Un tocado para Carmen MIranda” de la serie “Pinguinos: Sujeto-Objeto” (2005).

“Carlos trabajaba con un cierto sentido del humor, entonces la primera impresión que te da una obra de él es una sonrisa, te llama la atención inmediatamente porque es colorida, en un punto es infantil y cuando te detenés a mirar qué es lo que está dibujado, pintado o realizado como objeto, decís: ‘¿Pero, qué está queriendo decir este hombre?’ y cuando te das cuenta… ¡a la miércoles!, esto es interesante, a ver cómo piensa las cosas”, explica Ariadna Giménez, artista y amiga de D’Amico, al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral.

“Te terminás riendo de una cosa que te diste cuenta que en realidad es seria. Carlos tenía esa manera de comunicar, te captaba la atención y te pescaba el alma para que vos te identifiques con una sonrisa, con un pensamiento de él. Era mágico”.

“Desubicados II”, de 2003, de la serie “Pingüinos”.

Hace un tiempo, Giménez comenzó a publicar el registro fotográfico de la producción de D’Amico en la página de Facebook “Ventarrón. Habilita así un viaje al pasado, a la Sala Scalabrini Ortiz y a la Fundación Rincón del Arte, espacios ya desaparecidos, pero también a muestras en el Complejo Cultural Santa Cruz y al Museo de Arte Eduardo Minnicelli.

“Trato de plasmar realidad y que cada uno se lleve algo”

CARLOS D’AMICO

Los álbumes de fotos son un túnel del tiempo en los que se puede conocer o revisitar la producción del docente, director de teatro y artista.

“101 Bichos Políticos”, objetos intervenidos (2012).

El guiño del humor y la observación social comulgan y hablan del pasado, pero hay algo (o mucho) vigente, ¿cuánto cambió la sociedad santacruceña?

“Creo que estoy comprometido con la realidad santacruceña, no por despecho, sino por el contrario por mucho cariño y amor”, expresaba en 2006 D’Amico, quien había elegido, y no por necesidad, este suelo.

De la muestra “Falange”, expuesta en el primer aniversario del atropello de Daniel Varizat a manifestantes en Río Gallegos.

Trabajó como temas a los muebles y los pingüinos, que se fueron transformando en “continente” y “sujetos”. “Lo encontré como un sujeto social, era mi semejante y era yo mismo. Empecé a verlo en distintas situaciones socioculturales, económicas y lo plasmé en los acrílicos para hacer una pintura política”, explicaba.

“Que sea un arte político no quiere decir que sea partidario, de hecho, hay gente que hace arte partidario, yo trato de no (hacerlo). Intento plasmar realidad y que cada uno se lleve algo respecto al cuadro que ha visto“, redondeaba el artista, que se definía como un “pingüino artista, muy observador de la realidad”.

“Y ahora… ¿quién se sienta ahi?”(1998) de la serie “Identidad 4×4”.

“Él decía que la infancia era un lugar donde todos en algún momento fuimos felices y tal vez por eso era un lugar al cual uno siempre regresaba, por eso hacía como muñecos, juguetes, figuras para jugar, pero en realidad era una crítica social, política, existencial, lo que había detrás de cada uno de esos pequeños objetos. Era un artista muy grande”, retoma Giménez.

Desde Bahía Blanca, Cristina Acuña, también artista y amiga de D’Amico, lo define como una persona “muy creativa, muy vivaz, estaba muy alerta con todo lo que pasaba a su alrededor”.

Lo que encontraba, lo transformaba. “Tenía una rapidez que generaba algo al instante” y esa inmediatez solía evidenciarse en “algunos aspectos de la terminación de la obra”, lo cual le generaba algunas críticas.

Acuña sostiene que la obra de D’Amico “transmite lo lúdico, pero además era un crítico de la actualidad, un crítico político, un crítico de la sociedad y exponía fácilmente en sus obras ese ojo que tenía para la realidad que vivía. Era un ser muy especial que dejó una huella importante”.

Leé más notas de Belén Manquepi Gómez

Ver comentarios