Este es un espacio cedido por La Opinión Austral hace más de diez años para aproximarnos a usted, Sr. Lector, e invitarlo a compartir el buen uso de las nuevas tecnologías, informática, Internet, como un medio de apoyo a la docencia, como una eficaz herramienta para ayudar desde la labor educativa salesiana en este vital proceso del “saber ser, sabiendo hacer”. Desde nuestro lugar, Patagonia austral argentina, abrimos una ventana, Destellos Patagónicos. Desde su apertura de par en par, nos ofrece en esta entrega:

El viento que recuerda y nos cuenta?
Cuando sopla fuerte del oeste, nos habla de la fuerza de los tehuelches, de sus parientes cércanos del otro lado de la cordillera, los mapuches, de la resistencia feroz por la defensa de sus tierras. De la magia de El Chaltén, de lo que dicen los glaciares, de la voluntad de los pioneros que vinieron de otro lado, pero que hicieron de este lugar, su hogar.
Cuando viene del este, nos habla de las velas que hinchó en el mar para que los audaces marinos pudieran navegar y recorrer las costas de ese litoral marítimo, hace cientos de años.
A veces se queda quieto y no es para descansar, es para escuchar lo que oye en su entorno y luego, como una vecina chismosa, desparramar por el vecindario la meseta, la costa o la precordillera, lo que escuchó. También tiene memoria y le gusta recordar particulares historias de los mares australes. Si se presta atención y se siente el suave viento del sureste, lejos de cualquier otro ruido, por ejemplo, desde la costa en Punta Loyola, podrá escucharse la voz del viento que así nos cuenta?
-En un momento de vuestro humano calendario que indicaba el año 1873, estación otoño, en las ásperas costas de la isla de los Estados, la goleta “Espora” ha recalado en la inhóspita isla para instalar allí una precaria fábrica de aceite de foca y pingüino. Acompañado de su corta tripulación, este singular marino comienza los trabajos entorpecidos por mi furia en forma de violentos temporales. Estos lugares son para hombres de mucho temple y debía necesariamente probarlo. El 10 de marzo le lancé tres días de intensas tormentas, la “Espora” se va a pique.
-Y ahora marino, ¿qué harás? Nadie pasará por aquí a rescatarte.
-Intentar instalarse hasta la buena época es también ilusorio, pocas semanas bastarán para que el invierno austral liquide a los náufragos de hambre y frío?
-Entiende marino que no es crueldad, sólo que estas tierras son duras e implacablemente hermosas, sólo para hombres de mucho temple.
-Me sorprendes marino, ¿estás pensando en construir otro barco con los despojos del que te destruí? Sin planos. Es teóricamente imposible construir un barco que flote si no se planea previamente sobre el papel su eslora (largo su manga (ancho su puntal (alto su calado, su desplazamiento.
El viento expectante ve cómo se va haciendo la quilla, se colocan las curvas o costillas, se empina el único mástil y un palo menor. Entra mayo. El 11 de mayo, el pequeño cúter de 11 metros de eslora, 4 de manga, 18 toneladas de desplazamiento, se moja en las frías aguas del Atlántico Austral. ¡Para asombro del viento? flota!
-Eres un hombre de temple Luis Piedra Buena. A partir de ahora te ayudaré.
Quince días más tarde, la extraña embarcación fabricada con remiendos y deshechos, el después legendario cúter “Luisito”, entra triunfante al puerto chileno de Punta Arenas. Se había concretado así una de las hazañas más increíbles de las crónicas navales de todo el mundo.
Esta es una de las tantas historias que recuerda y cuenta el viento del este, para los que saben escucharlo en sus silencios?

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