Con 7 años, “Beto” acompañó a su hijo en las primeras armas sobre un karting. Después de algunas temporadas en la divisional Sthil, en 2013 arribó a la Sudam Senior.
Unos años más tarde, del Malvinas Argentinas se mudó al José Muñiz para sumarse a la Monomarca 1300. Una categoría que su padre promocionó e incluso participó logrando su primer podio un 23 de noviembre de 2003. En la “1300”, el joven Thiago no sumó logros hasta que llegó al Turismo Pista Santacruceño. Una de las categorías más competitivas de las zonales en estas latitudes.
El TPS lo ubicó en la cima y fue bicampeón (2018-2019) dejando muestras claras de su potencial de manejo. Con una conducción que sorprende, con menos de 18 veranos se posicionó entre los principales pilotos de la región. También en 2019 se consagró en la Fiat 1600 y festejó por partida doble en el circuito riogalleguense.
Tanto así que sumó participaciones en el Turismo Nacional: a bordo de un Renault Kwid, el debut lo ubicó 16° y en la fecha especial de La Plata quedó 14° en la primera final en tanto que finalizó 19° en la segunda. Al mismo tiempo, en 2020 -con las complicaciones de “Beto” de por medio a causa del coronavirus- empezó a destacarse en el Turismo Pista (fue subcampeón en 2020).
El pendiente
El 23 de noviembre del 2020, afectado por el COVID–19, Alberto Martínez falleció y la comunidad fierrera riogalleguense lo despidió entre lágrimas. Un exponente local y miembro del Automóvil Club Río Gallegos sufrió la pandemia que afectó al mundo.
En sus palabras de despedida, Thiago confesaba una de las “cosas pendientes” que le quedaron por compartir con su papá. Una de ellas era una victoria a nivel nacional. “No llegó, pero se que en algún momento será y voy a dar todo de mi para poder lograrlo y cumplir ese sueño de los dos“, comentó el riogalleguense.
El anhelo llegó y se hizo realidad el 29 de marzo del año pasado en Olavarría. El mismo suelo, que sólo veinte meses más tarde, le daría al joven de 21 años el segundo capitulo del sueño: un campeonato argentino de Turismo Pista. Los sueños están para cumplirse y “Thiaguito” lo aprendió muy bien.
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