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Joaquín Díaz, el adolescente de 15 años que fue baleado en la cabeza con una escopeta, está por salir con el alta médica del Hospital Zonal “Padre Pedro Tardivo”. El menor de edad estuvo muy complicado al principio, con muchos riesgos debido a que el disparo le causó lesiones de alta gravedad. Pasó los primeros días en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), con respirador y estado reservado, pero al día de hoy, se encuentra mejor. Cabe recordar que el joven resultó herido a horas de la madrugada del 7 de octubre cuando, él y su amigo LC, jugaban con el arma larga, sin saber que la misma estaba cargada.
En este sentido, el director del centro de salud, doctor Diego Lourenco, dialogó con el diario La Opinión Zona Norte y destacó que la evolución de Joaquín en los últimos días “fue impecable, sorprendente, muy buena y hasta milagrosa“. Sin embargo, el médico no dejó de reconocer el trabajo conjunto que llevaron a cabo los profesionales de la salud que siguieron el minuto a minuto de la internación del adolescente. Se trata de terapistas, cirujanos, neurocirujanos, oftamólogos y enfermeros que “se pusieron la 10 para salvarle la vida al adolescente” y lo consiguieron. Joaquín tiene una segunda oportunidad en la vida.
Joaquín perdió un ojo debido a la importancia de la lesión por el disparo que recibió, pero esto no es nada comparado al final drástico que podría haber tenido. “De casi perder la vida a perder un ojo hay mucha diferencia, le reconstruyeron el rostro lo más que pudieron, estuvo hasta el cirujano maxilofacial” comentó Lourenco, quien habló con este medio mientras viajaba a Río Gallegos a buscar un paciente. Asimismo, mencionó que “va a cumplir sus últimos días de antibióticos y está pronto a conseguir que le den el alta médica“.


Jugando con un arma
Fuentes policiales habían confirmado a La Opinión Zona Norte cómo fueron los minutos previos y posteriores al incidente. Los jóvenes se habían juntado en la vivienda de a calle Francia del barrio Rotary XXIII, se encontraban en la habitación de uno de ellos, jugando y manipulando una escopeta que habían hallado en la casa. Joaquín estaba apoyado en la ventana con el celular en la mano y su amigo (LC) estaba sentado en la cama usando la escopeta. En un instante, se escapó un disparo del arma larga que impactó de lleno en la cabeza del adolescente.
Al sentir el fuerte ruido, la propietaria de la vivienda del populoso barrio, se levantó de la cama y se acercó hasta la habitación de su hijo, encontró al amigo inconsciente, perdiendo abundante sangre y le colocó una toalla para detener la hemorragia. Cuando llamó a la Policía de Santa Cruz, la mujer dijo que a Joaquín lo había herido una bala perdida. Esto se debe a que lo encontró al lado de la ventana y el vidrio estaba destrozado por la misma bala. La escopeta estaba cargada y los menores no lo sabían. El arma de fuego fue secuestrada por el personal policial.
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