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El episodio ocurrió en plena avenida Independencia, una de las arterias comerciales más transitadas de Caleta Olivia. El tradicional local La Covacha amaneció con su frente totalmente destrozado: puertas violentadas, vidrios hechos añicos y productos esparcidos por el suelo. La escena fue captada por vecinos, quienes alertaron a la policía ante lo que consideraron un posible robo.
Al arribar los efectivos, se encontraron con un panorama insólito. El propietario, que reside en el primer piso del edificio sobre el local, se asomó por la ventana y, en un gesto desconcertante, confesó haber causado los daños: “Yo arremetí contra mi propio local, no se metan, es mío”. La declaración, inesperada y fuera de lo común, llevó a que los uniformados optaran por no trasladarlo a la comisaría y se limitaran a asegurar el lugar mientras esperaban la llegada de familiares.
El interior del comercio presentaba un estado de devastación. Los vidrios de la puerta de ingreso y del frente estaban completamente rotos, el picaporte forzado y cientos de productos desperdigados, muchos irreparables. El mobiliario también sufrió daños importantes, evidenciando que la situación no fue un accidente ni un robo común. De hecho, la ausencia de faltantes de dinero o mercadería reforzó la hipótesis de que se trató de un acto deliberado del propio dueño.
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