Francisca Salvador Giménez cumplió 100 años y lo celebró junto a su familia. “Hasta ahora todo va bien. Me tienen demasiada mimada, porque no me falta nada”, dice.

 

Contó parte de su historia. “Llegamos en 1952 a la Argentina, vinimos en el barco Cabo de Hornos con mi esposo y mi hija que tenía 6 años, que ya no está”. Francisca nació en Almería, España, en 1920, el último año de la gran gripe española, otra pandemia que sacudió al mundo siglo XX.

 

Creció entre siembra y cosechas, y vivió en primera persona la Guerra Civil Española, conflicto que se extendió desde 1936 a 1939 y dejó gran dolor en su familia. Francisca era apenas una adolescente, y todavía no se había casado con Manuel Montoya, un vecino de toda la vida en Almería, con quien contrajo matrimonio a los 26 años.

 

“Ya tenían a Esperanza, su primera hija, cuando ambos decidieron migrar a Argentina. Eran tiempos difíciles para Europa y junto a su hermana, y los cuatro hijos de ellas emprendieron rumbo al otro lado del océano.

 

Primero llegaron a Buenos Aires y a la semana viajaron en tren a Comodoro Rivadavia. Los primeros tiempos no fueron fáciles para Manuel y Francisca. Pero al poco tiempo Manuel entró a trabajar en la planta de cemento de Kilómetro 8 y ella comenzó a coser pantalones para un sastre del Centro, de quien ya no recuerda el nombre.

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