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Este sábado por la mañana, falleció Gustavo Osvaldo Paz, reconocido fotógrafo del Diario Crónica. Desde hace ya tiempo, “Pajarito”, apodo por el que era conocido por todos sus colegas y amigos, luchaba contra un cáncer que finalmente terminó con su vida. Fue uno de los grandes íconos del fotoperiodismo comodorense. Sus fotos no solo ilustraron el trabajo del día a día del matutino más importante de la provincia, sino también la historia grande de Comodoro Rivadavia.

Diario Crónica, la segunda casa de “Pajarito”

Su historia empezó en la década de los ochenta, cuando decidió ir a Comodoro desde la provincia de Buenos Aires. Un día, golpeó la puerta del Diario Crónica y fue recibido por Don Diego Joaquín Zamit, el fundador del diario más importante de la ciudad y la provincia. La química fue, casi inmediata. Ambos forjaron un vínculo muy fuerte, que al tiempo se volvió inquebrantable. Se convirtieron en socios y los dos trabajaron incansablemente por informar responsablemente a la comunidad de la ciudad petrolera, Don Diego desde la coordinación del medio periodístico, y Gustavo, capturando las noticias que sucedían todos los días con su inseparable cámara Réflex analógica.

Gustavo y su enorme capacidad para adaptarse a los cambios

Los años fueron pasando y la fotografía cambió drásticamente. “Pajarito” supo adaptarse muy bien a todos estos cambios. Él siempre contaba sobre las diferencias de la fotografía analógica y la digital. “Nosotros antes teníamos que revelar las fotos, no era como ahora, que sacamos la foto y podemos verla directamente en la cámara”, solía contarles a sus compañeros del diario. No solo supo adaptarse a estos cambios, sino que también trasladó todo eso a la docencia. Supo ser uno de los profesores más destacados de fotografía de Comodoro Rivadavia. A lo largo de los años, impartió talleres de manera privada y también de la mano del Municipio local a decenas de chicos que deseaban aprender el noble oficio de la fotografía.

Él llegaba todas las mañanas a las nueve en punto al diario. Era un hombre rutinario. Nunca le faltaba una taza de café al lado, mientras leía el diario impreso en su escritorio, al lado de la sala de entrevistas del diario. Tipo divertido como pocos, tenía un fuerte sentido del humor. Siempre hacía reír a sus compañeros y estaba presente ante cualquier necesidad que tuvieran los demás.

Cuando el “Portu” Guerreiro llegaba al diario, empezaba la jornada. Gustavo y los periodistas que trabajaban por la mañana en el diario salían a recorrer las calles de Comodoro, a buscar las noticias más destacadas e importantes de la jornada. Era una persona muy inteligente para hacer su trabajo, algo lógico por la gran cantidad de años que tenía en el campo del fotoperiodismo. No se le escapaba el más mínimo detalle, nada. Tenía la cuota de sensibilidad justa para fotografiar un hecho noticioso triste, y la cuota justa de humor cuando se trataba de algo que generaba felicidad en la comunidad.

Su legado, imborrable

Casi nadie lo llamaba Gustavo. Él era “Pájaro” o “Pajarito” para todos, incluso para los que no eran amigos suyos. A lo largo de los años, marcó una forma de trabajar en el Diario Crónica y también inspiró a muchos otros fotógrafos de la ciudad. El legado que deja es algo imborrable. Su desaparición física no borra absolutamente nada de todo lo bueno que hizo este gran hombre por el periodismo comodorense y por la comunidad de la ciudad petrolera, que lo recibió con los brazos abiertos muchos años atrás, cuando decidió ir a vivir a la urbe petrolera. “Pajarito” será recordado como uno de los mejores fotoperiodistas de todo Comodoro Rivadavia. Único e irrepetible. Dejó la vara muy alta. Descanse, maestro. Ahora son otros los que retratarán el día a día de Comodoro. Hasta siempre.

(Diario Crónica)

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