Por Carlos Zapico

Como era de imaginar, el predio Celeste se llenó notablemente de gente desde muy temprano, con la tribuna llena con las plateas vendidas unos días antes, y con la expectativa de ver un equipo de buen nivel del fútbol chileno frente a la juventud local que se preparó como para dar una buena pelea.

El campo celeste tenía además un cerco que separaba al público del campo de juego, que no tenía mas de un metro y medio de altura y que era de madera a un metro por afuera de la línea de cal, por lo que era lo único que separaba el campo de juego del público que asistía a los encuentros, por lo que todos estaban muy cerca unos de otros.

Durante el primer tiempo si bien hubo mucha discusión pero sin mayores problemas, el ánimo se fue caldeando entre el público asistente, con algunas respuestas por parte de los jugadores chilenos que veían muy cerca a los que expresaban su opinión, recordando por supuesto a toda la familia de los jugadores extranjeros ante cada actitud.

Cuando empezó el segundo tiempo tanto los chilenos como el público estaba bastante alterado y a los 15 minutos del complemento, cuando los chilenos ganaban 1-0 con gol de Honorino Landa, uno de los visitantes le contestó a otro del público y fue la gota que faltaba para rebalsar el vaso, porque inmediatamente gran parte del público que estaba cercano, ingresó al campo de juego y se armó una batalla épica. Como aquellas que se recuerdan solo en el cine, donde algunos policías trataban de intervenir, el árbitro soplaba el pito pero nadie hacia caso porque en el centro de la cancha las trompada y patadas, hasta que apareció un grupo de policías a caballo, que logró luego de mucho esfuerzo, poner un poco de orden en la cuestión.

El partido por supuesto se suspendió y el saldo de la pelea fue cinco jugadores del equipo chileno atendidos en el hospital local con lesiones de distinta consideración.

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