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Hay algunos seres humanos que no se conforman con lo que pueden ser, sino que buscan en forma permanente la aventura de vivir dentro de sus posibilidades mientas otros se quedan en casa mirando televisión o conformándose con lo que hacen de sus vidas, pero esos otros, los que encuentran en cualquier marco de tiempo y espacio un lugar para vivir la aventura, son mas que especiales, y Eduardo “Lalo” Harris fue uno de ellos.
De allí este recuerdo tan singular que tenemos muchos de Lalo, porque mas allá de lo que hizo por el golf en la ciudad, hizo mucho por otras cosas como por ejemplo la náutica, no solamente por alguna carrera en la ría con una lancha veloz, sino también lo recuerdo en una aventura que fue mas allá de la lógica de un cardiólogo profesional y muy bien considerado, como lo fue la recordada Bajada de los Andes al Atlántico.
El club CEMA (centro Marítimo Austral) de Río Gallegos impuso el desafío de una aventura con botes de goma hace ya varios años, la que salió desde El Chalten al pie del Cerro Fitz Roy, recorriendo primero el Lago Argentino y luego bajando por el río Santa Cruz hasta Comandante Luis Piedra Buena y fuimos parte de esa aventura junto a varios amigos del CEMA entre ellos Osvaldo Pérez, en un “Callegari” que venía cerrando la ruta en el lago y luego en el río y en varios tramos fuimos acompañantes, pero Lalo fue tripulación en su bote.
En un bote similar y junto a un grupo de amigos como Guillermo Rossi, el exímio cardiólogo, hombre de la medicina, brillante profesional, estuvo metido de cabeza en una aventura increíble como fue esa bajada del río que recuerdo con especial interés y muchas veces me pregunté si ese afán de vivir esas cosas representaba esa necesidad de compartir espacios distintos a la vida cotidiana, tan distintos como la vida misma, porque así era Lalo Harris, un ser humano necesitado de vivir aventuras que seguramente guardó en su memoria hasta ayer cuando se fue.
Si en la medicina se ganó el respeto como excelente profesional, en el mundo de la aventura Lalo tiene un pedestal marmolado porque nunca le escapó a nada, ni siquiera en su afabilidad siempre manifiesta, su saludo cordial, su necesidad de compartir, y cuando muchas veces nos volvimos a cruzar en el club inglés en los años 2000, siempre compartimos alguna charla sobre aventura o que habría que hacer para seguir viviendo en la sociedad pero buscando mas allá de ésta, la mismísima curiosidad del tiempo.
Por eso el recuerdo de Eduardo “Lalo” Harris va a quedar en la memoria de muchos que como Yo pudimos compartir esa manera de pensar mas allá de lo cotidiano, mas allá de la obligación, mas allá hasta de la responsabilidad de cumplir , buscando siempre lo que se sabe que se puede lograr con esfuerzo y entusiasmo, como la aventura de vivir.
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