Thiago Martínez, el campeón de Santa Cruz: la trascendencia de un título nacional

Por Carlos Zapico

Quizás no se mida con la adecuada vara el logro de un título nacional del automovilismo argentino, pero lograrlo hoy en día es un premio soberbio a un esfuerzo extremadamente caro y difícil, donde prevalecen los que tienen ese don casi natural sumado a una facilidad de improvisación de problemas de cada fin de semana, acompañados por un grupo de gente experta en el tema, que les da el apoyo necesario para llegar al objetivo final: el título nacional.

Desde los primeros tiempos los habitantes de Santa Cruz lo intentaron, los que marcaron el rumbo del automovilismo sureño cono José Cristian, Eusebio Ilhero  o el mismísimo José Muñiz, quien corrió la carrera mas singular del continente como lo fue la Buenos Aires-Caracas.

Sería el  por entonces comodorense (actual convecino) Carlitos Costilla quien traería para el sur el título del Campeonato Argentino de Pilotos y abriría una cuenta interesante de participaciones exitosas para los pilotos sureños, donde se destaca el fueguino Daniel “Dani” Preto en el Rally nacional como primera figura.

En la época del auge del turismo, varios mas intentaron el logro, quizás el mas destacado haya sido Jorge “Cabeón” Gorchs, dado que fue quien tuvo mayor continuidad, o las esporádicas presentaciones de pilotos como Carlos “Wilfredo Freddy” Fhur o José “Pino” Pirillo pero recién en ésta era  aparece la figura de Federico Alonso quien arrancando en el Turismo Pista Clase 3 llega a un título nacional pero en el TC Mouras, de la mano de Emilio Satriano en 2006.

Luego en el Turismo Pista que pasa en los 2000 a ser “nacional”, aparecen las figuras varios pilotos regionales que suman títulos como  Gastón Grasso campeón de la Clase 3 en 2011, el fueguino Lucas Yerobi campeón de la misma especialidad en 2012, nuestro actual convecino Emiliano González en 2013 y remata el sanjulianense Pablo “Pali” Collazo en 2014, todos campeones argentinos de la misma categoría.

No podemos dejar de lado lo obtenido por otros regionales como Thiago Levati en el karting nacional con un título mas que logrado con un importante esfuerzo de piloto y familia y sumado a lo logrado por Thiago Diaz en estos días, donde su segundo título nacional lo proyecta a una nueva participación internacional como la que ya tuvo en Italia.

Pero si bien estos galardones son importantísimos, el obtenido por Thiago Martínez es trascendente sumado al obtenido el año pasado también en la Clase 3 del Pista, y rematado este año con solo un año de participación en el super competitivo Turismo Nacional donde participan las mas grandes figuras del país y de países vecinos, por lo que esta lo mas granado del automovilismo de la región latinoamericana.

No solo esto hay que tener en cuenta sino que los costos y los números que se manejan en este automovilismo nuestro le ponen la piel de gallina al mas pintado, con presupuestos escalofriantes como que cualquier carrera puede sumar un costo de 3 a 5 millones para empezar a charlar, por lo que un presupuesto anual orillaría unos 35 millones de pesos.

Es muy difícil dimensionar estas características porque influyen muchos elementos que hay que tener en cuenta, pero los números no están tan lejos de ésta realidad, y como en cualquier deporte, para llegar hay que hacer un camino, Thiago es la clara demostración d ello, con sus inicios en el Karting en el “Malvinas” local, su aparición con el Fiat 128 en la 1300, su paso luego por el TPS zonal y sus dos títulos en 2017 y 2018, su título en la monomarca Fiat 1.6, acumulando un subtítulo otra vez en el TPS en 2019 y finalmente el título nacional en 2022  en el Pista Clase 3, para rematar su espectacular carrera deportiva con el de campeón del Turismo Nacional.

De allí la trascendencia esa de la que hablamos y que se apoya en un carácter humilde y voluntarioso, respetuoso como lo enseño papá Beto y mamá Marta, pero que se transforma detrás del volante para pasar a ser una figura nacional en cada presentación, tal como lo esta luciendo ahora, y de allí nuestro fenomenal orgullo.