Johana Sandoval nació en Puerto San Julián y, cuando tenía 9 años, empezó con algunos problemas de salud. Sufría hipertensión y fue operada a los 11. A los 14, perdió sus riñones tras un pico de presión.
Desde ese momento entró en diálisis y su lucha por su salud sigue hasta hoy. Logró el primer trasplante de riñón a los 15 años a través de un donante vivo, su hermano.
Sin embargo, una intoxicación por la medicación dañó el órgano y debió volver a diálisis, hasta que, en abril de este año, en plena pandemia, llegó la gran noticia desde Buenos Aires: un “ángel” donante tenía un riñón para ella.
“Me hice el trasplante hace 4 meses y llegué ayer de Buenos Aires. Yo empecé desde muy chiquita con problemas, estuve en diálisis 14 años y, este año, lo que pensamos que no iba a pasar, salió”, contó felizmente.
Es que, en plena pandemia y las complicaciones propias del contexto, logró el esperado trasplante. “Pensábamos que este era otro año perdido, pero tuvimos la alegría que el 22 de abril me llamó mi médico a las 10 de la noche porque estaba en operativo, pero nosotros ni nos imaginábamos que me iban a trasplantar”, profundizó.
Es que llegaron a Buenos Aires el 23 de abril y Johana pensaba que el trasplante dependería de los resultados de los estudios. Estaba aún con las valijas en el área de Guardia del Instituto de Trasplantes de Alta Complejidad (ITAC) cuando le confirmaron que ese mismo día, en ese momento, iba a ser operada.

La pelea viene desde hace años, cuando comenzó con problemas de salud a los 9.

“No me dijeron que el órgano ya era mío, no tuvimos tiempo de emocionarnos”, recordó con alegría. Su marido se enteró por mensaje de texto de celular.
“Después el médico me explicó que los análisis eran para saber si necesitaba una diálisis antes del trasplante, así que enseguida me llevaron a quirófano”, relató.
Desde ese momento, su vida volvió a dar un giro y hoy, a cuatro meses, pudo volver a su ciudad y continuar con la recuperación en Río Gallegos, donde deberá seguir con los estudios.
“Mi marido pudo quedarse conmigo desde el día uno y la Caja de Servicios Sociales se portó súper bien, así que estamos agradecidos con la obra social y los profesionales”, contó Johana.
En plena pandemia mantiene los cuidados que deben tener las personas que son grupo de riesgo y debe hacerse los controles de rutina y dosaje de medicación una vez por mes.

A los 15 años su riñón falló cuando una intoxicación complicó el cuadro.

Johana conoce muy de cerca lo que es pelearla. Su caso recuerda al de tantos otros santacruceños que debieron luchar por su salud.
Por mencionar algunos que, al día de hoy, superaron un trasplante, son ya conocidos los casos de Valentín Godoy, Nadia Cid o Zahira Quinteros.
Ayer, La Opinión Austral daba a conocer el caso de Andy, el nene de un año y medio que recibió un hígado, es el más chico en Santa Cruz en ser trasplantado.
Es que, según coinciden quienes viven el tema de cerca, la donación de órganos tiene cada vez más difusión y, si bien falta mucho, la concientización está llegando a todos los rincones del país.

Desde adentro

El papá de Johana sufría la misma enfermedad que ella y falleció cuando tenía diez años. “Imaginate, mi mamá atravesó eso y después a los 11 años empecé yo con lo mismo, la peleamos”, sintetizó a LOA.
Hoy, se cuida como cualquier persona en grupo de riesgo: “En realidad no te cambia nada, es cuidarte un poco más, porque, de todas maneras, estando en diálisis, yo ya tenía los cuidados preventivos naturalizados”, explicó.
Para finalizar, Johana remarcó la importancia de tomar conciencia, no sólo sobre los cuidados de higiene en este contexto, sino de tener siempre presente la donación de órganos para salvar vidas.

 

Leé más notas de La Opinión Austral