Con paredes de 20 metros de altura, el Cañadón de las Bandurrias alberga el Santuario Natural de la Virgen de Lourdes, que ayer fue visitado por más de 5 mil personas.
La fiesta de la Iglesia Católica, que se conmemora el 11 de febrero recordando la primera aparición de la virgen ante la joven francesa Bernardette Soubirous en 1858, se desarrolló este domingo en Puerto Deseado. Bajo el lema “Con María nuestra madre, seamos sembradores de la paz en el camino de nuestra vida”, la peregrinación partió desde la parroquia Nuestra Señora de la Guardia de Puerto Deseado a las 08:00.
Participaron de la fiesta fieles de Santa Cruz, Chubut y de otras provincias
A pie o en vehículo, los creyentes recorrieron 18 kilómetros hasta llegar a la gruta, donde a las 11:00 tuvo lugar la misa central y a las 15:00 una segunda celebración, ambas presididas por el obispo diocesano Jorge García Cuerva, quien concelebró con el obispo auxiliar Fabián Gonzáles Balsa. Además, acompañaron el cura párroco Patrick Warjri y sacerdotes de localidades de la zona norte de la provincia.
“Fue un evento masivo, importantísimo. Una verdadera fiesta”, afirmó García Cuerva a La Opinión Austral y agregó que “hubo muchísima gente de la mayoría de las localidades de la diócesis, especialmente de la zona norte, prácticamente de todos lados: Pico Truncado, Las Heras, Caleta Olivia, Cañadón Seco y Puerto San Julián. También de Comodoro, Trelew y de otras provincias”.
Fue un evento masivo, importantísimo. Una verdadera fiesta
En la Jornada Mundial de los Enfermos, en la que el papa Francisco alentó a imitar al buen samaritano para “cuidar a los enfermos y a quienes sufren”, hubo un rezo por ellos y se brindó el sacramento de la unción.
En cuanto a la homilía de la celebración, García Cuerva indicó que se centró en el Evangelio de las Bodas de Caná: “Ante el problema que se presenta cuando se acaba el vino, María es sembradora de paz y trata de resolverlo”.
En este sentido, invitó a: “Preguntarnos a nosotros si somos sembradores de paz en la sociedad, en nuestra comunidad, en nuestra familia o si somos sembradores de cizaña, de egoísmo, de división. A veces con la lengua, con el desprecio, con el ideologismo, con la bronca, somos sembradores de violencia, no somos sembradores de paz, entonces nos queremos parecer a nuestra madre y le pedimos a ella que nos haga sembradores de paz, empezando por nuestro propio corazón”.
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia