La intervención judicial a partir de la detección por parte de los médicos en el Hospital Regional de una beba con signos de maltrato y desnutrición, hizo encender las alarmas y la memoria se retrotrajo al fatal caso de la pequeña Abigaíl.
Afortunadamente, en esta oportunidad, se actuó a tiempo y la investigación sigue su curso.
Pero es imposible no llevar el pensamiento hacia la situación que vive la niñez vulnerable tanto en nuestra ciudad, como a nivel provincial y el país.
La humanidad descubrió la condición de personas de los niños, niñas y adolescentes recién a fines del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, nunca con tanta información, la sociedad ha hecho tan poco por tantos.
“La situación de la niñez hoy no es el resultado de la ignorancia, es el resultado de políticas equivocadas que se han sucedido sistemáticamente”, afirman desde el Centro para el Estudio de las Relaciones Interpersonales de la Universidad Austral.
En 2017 este Centro llevó adelante el cuarto Congreso sobre “Vulnerabilidad e Inclusión” desde donde propusieron no ya el análisis de los “Derechos de la niñez”, sino el camino hacia “La resignificación de los derechos de la niñez”, la resignificación de esos derechos que en la mayoría de los casos son sólo declamaciones.
Si bien es real que no son pocas, las instituciones que trabajan a diario intentando seguir el camino de la resignificación de los derechos, algo que se ve no sólo en Río Gallegos sino en diversas localidades de la provincia, para el CERI, es necesario encarar el análisis y la práctica de los derechos, “no desde una perspectiva teórica, sino desde el campo, desde el lugar donde se hace día a día”. Y en eso hay que reconocer la labor de las instituciones ocupadas en cada uno de los derechos vulnerados de nuestra niñez.
“En la medida que entre todos hagamos que la niñez de hoy se forme bajo un paradigma diferente, un paradigma en el que se tengan en cuenta sus derechos, su interés superior, comenzando por el primero de esos derechos, el derecho a crecer en el entorno de una familia que lo proteja, lo cobije, lo ayude a desarrollarse, potencie sus habilidades, ame, sí, dije bien, ame sus dificultades y sus incompetencias”, todo será distinto en las generaciones futuras.
En Santa Cruz los casos de niñez vulnerada son cientos. La Ley Provincial de la Niñez pone el acento del cuidado en los Municipios, pero aún no se encuentra una real articulación que permita que esos chicos, que por diversas razones terminan judicializados, no sean vulnerados nuevamente al impedirles, por la burocracia, el derecho a vivir en un entorno de familia y de contención.
En 2015, un relevamiento de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia y UNICEF sobre la “Situación de niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales en la República Argentina”, apuntó a los esfuerzos de las provincias para adecuar sus leyes a la ley nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, sancionada en 2005. La misma presentó “un punto de inflexión en la forma de concebir a la infancia y su relación con el Estado, con la familia y la comunidad”.
De acuerdo al informe, este nuevo paradigma permitió un descenso del 37% de la cantidad de niños, niñas y adolescentes, sin cuidados parentales, a nivel nacional.
En Río Gallegos todavía hay mucho por trabajar. A la fragilidad de los niños que viven en situación de vulnerabilidad, le sumamos la fragilidad que transitan quienes deben cuidarlos.
Con varios meses de retraso en el cobro de sus haberes, las facilitadoras deben penar por sobrevivir, aún con los niños a su cargo. En eso, más allá de los cruces sobre qué institución es la responsable, la realidad es que Justicia, Provincia como coordinadora y Municipio como ejecutor, deben trabajar para encontrar un sistema de articulación que permita que esto no pase, al tiempo que se agilicen los trámites y análisis para que, si se da el caso de un niño que puede estar en condiciones de adoptabilidad, se avance en ello, encontrándole una familia que lo acoja, y no que se pierda en la maraña de burocracia y merced a una potencial presencia parental que, desde luego y ese es el espíritu de la ley, siempre tendrá prioridad.
Si bien es cierto que es imperioso que si existe la alternativa de que el vínculo parental se puede reconstruir o salvar, se haga. Pero a veces, la mera aparición de un familiar de manera esporádica, lo único que hace es retrasar la posibilidad de que ese niño deje de estar en un hogar sustituto para poder vivir en un hogar definitivo, y es ahí donde el Estado y las instituciones deben trabajar de manera mancomunada para encontrar un real equilibrio entre el derecho parental que en algún momento fracasó y el derecho a crecer con amor y contención de una familia, sea ésta sanguínea o no.

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