A finales de diciembre de 2016, un juez federal afirmaba que el narcotráfico “había estallado” en la Patagonia, y aunque algunas voces le salieron al cruce en aquel momento, el juez Enrique Guanziroli, del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, ratificó su postura en un fallo en el que condenaba a diez personas por narcotráfico, en un caso originado por el Juzgado Federal de esa ciudad chubutense donde se había desbaratado una red que se dedicaba al narcomenudeo.
Guanziroli describió a esta banda como “una típica organización narcocriminal local, donde se manipula tóxico importado o producido fuera de la zona y convergen en connivencia intencionada sus transportistas, quienes los solventan, ocultan y la vasta red instrumentada en el medio, del comercio subrepticio al menudeo, para enviciar onerosamente en la población patagónica de su desenvolvimiento”.
El tiempo pasó, pero la presencia de pequeñas, medianas y grandes bandas que se dedican a la comercialización de drogas no se detuvo. De hecho, un año después, a principios de diciembre de 2017 nos sorprendíamos con un operativo simultáneo con más de diez allanamientos y decenas de detenidos y el secuestro de droga, dinero, celulares y documentación.
Este viernes, en más de siete allanamientos que llevó adelante la División de Narcocriminalidad de la Policía Provincial, por orden del Juzgado Federal, hubo varios detenidos, la mayoría de ellos de nacionalidad dominicana, que se dedicaban a la comercialización de cocaína y marihuana.
Un dato singular de este último suceso, que no ha sido el único que tiene a ciudadanos de República Dominicana como protagonistas. Ya en el operativo de diciembre, también eran ciudadanos de ese país la mayoría de los detenidos.
En tanto cuando ya el 2017 finalizaba, en la noche del 30 de diciembre, en Pico Truncado, un hombre dominicano murió en un tiroteo entre bandas de gente de ese país, residentes en esa ciudad petrolera.
Es importante en este punto resaltar que si bien es real que estos tres episodios tuvieron como un punto en común que los detenidos eran del país centroamericano, no menos cierto es que hay una comunidad mucho mayor de hombres y mujeres que llegaron a estas tierras, desde ese mismo lugar, con intenciones honradas.
La cuestión no pasa tanto por el origen de aquellos delincuentes que comercializan la droga, sino cómo alcanzan a implementar toda una red que se dedique a ello. Porque por cada uno que se logra atrapar, se sabe que hay varios más que no, y son nuestros jóvenes los principales objetivos de quienes comercializan los estupefacientes, alienándolos.
El trabajo coordinado entre las fuerzas federales y provinciales se muestra así, como fundamental.
Hace poco, y con el objetivo de avanzar en ese trabajo conjunto, se concretó un nuevo encuentro del Comando Unificado de la Patagonia, que integran las distintas fuerzas de Seguridad Nacional con sus pares de Chubut, Río Negro y Neuquén. Lamentablemente e inexplicablemente se dejó afuera a Santa Cruz y a Tierra del Fuego.
“En esta zona existe gran cantidad de pasos fronterizos, a través de los cuales existe movimiento de droga, de un lado hacia otro”, mencionó Eugenio Burzaco al explicar lo que él aseguró, era el principal motivo del encuentro de trabajo que se realizó en San Carlos de Bariloche. Lo afirmaba en paralelo que anunciaba el refuerzo con 800 hombres a los distintos destacamentos de Gendarmería Nacional, en una suerte de fuerza “itinerante” para evitar “posibles hechos violentos”.
Santa Cruz es una de las provincias que más pasos fronterizos comparte con Chile, además de sus puertos de aguas profundas como el de Puerto Deseado o Punta Quilla.
Más allá de que todo apuntaría a que ese trabajo en complemento podría tardar un poco más, de igual forma, los recientes operativos antinarcóticos que desplegó la Policía Provincial son un buen augurio en la batalla que debe ser permanente contra los narcos. Y eso es positivo.
En paralelo, se presenta cada vez como más primordial el avanzar en campañas de concientización para que, así como se combate la punta vendedora, también se disminuya hasta desaparecer, la punta consumidora.
Y eso sólo se logra con educación y fuerte concientización del cuidado de uno mismo, desde la temprana edad, poniendo de forma permanente, blanco sobre negro, las nefastas consecuencias que provocan las adicciones.
Santa Cruz tiene, en ese sentido, una lucha previa que dar: el alto consumo de alcohol en nuestros jóvenes, donde la última encuesta de prevalencia señala que ya desde los 12 años nuestros chicos/adolescentes comienzan a beber.
Considerando que el alcohol es la gran puerta al resto de las adicciones, será ahí donde habrá que poner el énfasis, para tener fuertes chances de ganar una guerra en la que, por ahora, hay que reconocerlo, los narcos saben librar bastante bien sus batallas.

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