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Una profesional de la salud que, durante más de una década trabajó en Santa Cruz, vive un calvario debido al sistema burocrático donde no tiene respuestas. En un contexto donde dejó de percibir su sueldo y, además debe hacerse cargo de un alquiler y del cuidado de una nieta con fibrosis quística, es continuamente hostigada por su ex pareja.

El caso tiene como víctima a María Eugenia (el nombre es ficticio para evitar que el agresor pueda identificarla). Ella, hace meses, decidió irse de El Calafate tras cansarse de ser víctima de violencia de género. “El casi llegó a ahorcarme, si no fuera por un vecino me podría haber matado” aseveró en declaraciones a La Opinión Austral desde La Plata donde actualmente subsiste.

María Eugenia es una enfermera profesional. Fue heroína en la pandemia y, como El Calafate es un lugar chico, llegó a conocer a casi todos los vecinos cuando pasaban por el SAMIC. Pese a eso, ahora todos le han dado la espalda y nadie le responde sus solicitudes.

En el país hay cinco SAMIC. Además de el de El Calafate, hay uno en Misiones, otro en el GarrahanCuenca Alta y Cañuelas. En este último es donde se acercó María Eugenia para recomenzar su vida. El problema es que, en este contexto de crisis y desfinanciamiento, no están tomando personal. Quedaba una salida para la profesional: que el SAMIC El Calafate realizara el pase por comisión a Cañuelas haciéndose cargo del sueldo de María Eugenia pero no. Hasta ahora desde el centro asistencial de la villa turística, según María Eugenia, no han tenido respuestas.

En el medio de todo esto, “en enero y febrero cobré la mitad del sueldo, ahora este mes ya no cobré. Tengo que pagar el alquiler y tengo a mi nietita, yo lo único que quiero es continuar con mi vida. A veces parece que lo mejor es que te maten que te hagan una placa y listo” indicó María Eugenia debido a este estado de revictimización y abandono en el que, según dijo, se encuentra.

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