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En una noche de viernes que pudo terminar en tragedia, dos incendios en El Calafate encendieron las alarmas. Las causas: brasas de un asado mal apagadas y una quema de troncos fuera de control. Bomberos lograron evitar lo peor, pero el episodio expone un riesgo recurrente en la región.

La villa turística vivió horas de tensión cuando dos focos de incendio se desataron casi simultáneamente durante la noche del viernes. Ambos casos tuvieron un denominador común: la falta de precaución en prácticas cotidianas.

El primer siniestro ocurrió en el barrio Calafate Viejo, donde las brasas de un asado —esa tradición tan argentina como el mate— no fueron extinguidas correctamente y terminaron prendiendo fuego un galpón ubicado en el fondo de una vivienda. Los bomberos de la Unidad Octava actuaron rápidamente, pero el incidente dejó en evidencia un peligro que muchos subestiman: un simple descuido puede convertir un momento de disfrute en una emergencia.

Casi en paralelo, otro equipo debió desplazarse a un camping local donde se realizaban tareas de poda. Allí, la quema de troncos se salió de control por falta de supervisión. Aunque no hubo heridos, el episodio sirve como recordatorio de que, en épocas de vientos patagónicos y vegetación seca, hasta una pequeña llama puede escalar rápidamente.

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