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El domingo se convirtió en un recordatorio crudo de los riesgos que enfrentan los conductores en la Patagonia durante el invierno. Una familia de El Calafate, que regresaba a casa desde Río Gallegos, protagonizó el primer susto. Según testigos, circulaban a baja velocidad por la Ruta 40, pero el pavimento resbaladizo —cubierto de nieve y hielo— les jugó una mala pasada: el auto derrapó, se despistó y terminó tumbado de costado. Milagrosamente, nadie resultó herido. Con ayuda de otros viajeros, lograron enderezar el vehículo y continuar viaje, aunque con los nervios a flor de piel.

El tramo entre El Calafate y La Esperanza sigue cerrado por decisión de la Agencia Provincial de Seguridad Vial, que mantiene un alerta ante las nevadas persistentes.

Pero el drama no terminó ahí. Cerca de El Chaltén, en plena noche, otro despiste puso en alerta a los bomberos de la División Cuartel 17. El conductor, sorprendido por un parche de nieve en la calzada, perdió el control y terminó en la banquina. Afortunadamente, tampoco hubo que lamentar víctimas, pero el escenario fue igual de desalentador: un vehículo varado en la oscuridad, con temperaturas bajo cero y la cordillera como testigo mudo.

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