Las estafas telefónicas son casi moneda corriente en Argentina, ya sea simulando ser trabajadores de entes estatales, ofreciendo algún beneficio, o haciéndose pasar por servicio de atención al público, por ejemplo, de tarjetas de crédito.

 

Éste último fue el caso de un vecino de El Calafate, quien recibió una llamada sospechosa de un número con característica de Buenos Aires. Atendió y enseguida reconoció que la primera interlocutora tenía intereses delictivos.

De principio a fin, el calafateño le siguió la corriente a la mujer que hablaba del otro lado, que incluso le pidió en un momento la fecha de vencimiento y el número completo de su tarjeta. Luego, otro hombre, con acento caribeño, tomó la posta.

 

Éste último quiso “confirmar” los datos aportados -que obviamente eran falsos-, y antes de cortar la comunicación, el vecino le lanzó: “Yo te hago una sola pregunta, ¿no les da vergüenza estar haciendo esto?”. “¿Cómo?”, le responde el hombre, atónito. “Imaginate que agarrás a un viejito y le sacas lo último que tiene  de ahorro”, le retrucó. El estafador, atrapado, no tuvo otra opción que finalizar la llamada.

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