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La vida te puede cambiar en un segundo, pero cuando ese cambio viene de la mano de la traición, el golpe es doblemente duro. En El Calafate, una ciudad acostumbrada al frío pero también a la calidez de su gente, el pasado sábado se vivió una madrugada de terror que dejó a un servidor público literalmente en la calle. Mauro Cardozo, un bombero de la localidad que dedicó años a proteger a los vecinos, se convirtió paradójicamente en víctima de un incendio intencional que redujo a cenizas el esfuerzo de toda su vida. Lo que hace que esta historia sea aún más difícil de digerir es el trasfondo: el principal sospechoso es un ex bombero, un antiguo colega que, movido por lo que la víctima definió como una “enfermedad de celos” en declaraciones a LU12 AM680, decidió prender fuego su vivienda y su auto.
El ataque ocurrió mientras Mauro se encontraba en Río Gallegos compartiendo la Navidad con su pareja y su suegro. Según relató el propio damnificado en una entrevista a la Decana de la Patagonia, el agresor lo estuvo buscando por toda la villa turística bajo la falsa creencia de que Mauro mantenía una relación con su ex pareja, quien es simplemente una compañera de trabajo en el cuartel.
“La persona es enferma de los celos. Esta chica es compañera de trabajo mío. Entre los tres abarcamos todo lo que son los incendios de todo Calafate; tenemos que estar en contacto constante”, explicó Cardozo, dejando en claro que el vínculo era estrictamente profesional y logístico debido a las guardias y jurisdicciones que cubren. Sin embargo, la lógica no tuvo lugar en la mente del atacante, quien ya se encuentra detenido por la justicia.
Las consecuencias
Las pérdidas materiales son totales y desgarradoras. Mauro relató que la vivienda era el fruto de tres años de sacrificio personal: entregó su auto anterior por una casa prefabricada y la fue terminando con sus propias manos. Hoy, de todo ese laburo, no quedó nada. “No te podés imaginar. No tengo nada. Ni un tenedor me quedó del domicilio”, confesó con una voz que traslució el estado de shock que todavía atraviesa. El fuego no solo se llevó las paredes y los muebles; también consumió su auto, estacionado frente a la terminal, y lo dejó únicamente con un bolso que contenía un jean, un pantalón de gimnasia y un par de zapatillas.
Pero más allá del patrimonio, lo que realmente quebró el corazón de Mauro y de quienes escucharon su testimonio fue la pérdida de su compañero más fiel: su gato.
Su mascota, que lo acompañó durante cinco años y cinco mudanzas, no logró escapar de las llamas. “Lo que sinceramente más me duele es mi compañero que tuve todos estos años, mi gato. La gente que me conoce sabe lo que era ese gato para mí”, expresó Mauro entre la angustia y la bronca.
Para cualquier persona, una mascota es un integrante más de la familia, y ver partir a un ser querido de esa manera, por la maldad de un tercero, es una herida que difícilmente cierre con el tiempo.
Solidaridad
A pesar de la oscuridad del momento, la luz de la solidaridad empezó a brillar rápido. Sus compañeros de los dos cuarteles de bomberos de la localidad, personal de comisarías, del servicio penitenciario y la municipalidad se han movilizado para organizar colectas.
Mauro, un hombre acostumbrado a dar ayuda y no a pedirla, admitió que le cuesta pasar su alias, pero la magnitud de la tragedia no le deja otra opción. Para quienes deseen colaborar con este servidor público que hoy necesita que su comunidad le devuelva un poco de todo lo que él brindó, se ha habilitado el alias de Mercado Pago: mau.cardozo.mp.
Mauro Cardozo hoy no tiene un techo, pero tiene el respeto de un pueblo que sabe de su esfuerzo. El camino de la reconstrucción será largo y costoso, no solo en lo económico sino en lo psicológico, para asimilar que quien alguna vez vistió el mismo uniforme fue capaz de tanto daño.
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