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El Calafate, se encuentra sumergida en la conmoción tras una salvaje golpiza que dejó a Matías, un joven local, al borde de la muerte. El brutal ataque, perpetrado por un grupo de cinco o seis individuos en una plaza, ha destapado una cruda realidad de violencia juvenil que la comunidad se niega a naturalizar y que resuena con dolorosos antecedentes nacionales.
El hecho ocurrió en un contexto festivo, el Día del Amigo, cuando Matías, un recién egresado del secundario con planes de estudiar inglés, se encontraba en la plaza. Según los relatos, el ataque fue absolutamente inmotivado. “Él está ubicado en la plaza y vienen, viene uno y luego llama y contacta y pide que se acerquen otro y le empiezan a golpear sin motivo alguno“, detalló Ignacio Álcantara, su abogado, en una entrevista que dio a Señal Calafate,  sugiriendo que el disparador pudo haber sido tan trivial como “una foto, una imagen de Instagram, de Facebook“, celos, o un comentario en redes, o incluso “una mirada en el boliche”.

El frente del SAMIC y las secuelas de la pelea. (FOTO: LA OPINIÓN AUSTRAL)

La brutalidad fue tal que los agresores se ensañaron exclusivamente con su cabeza, con patadas que, según su padre, no buscaban herir, sino matar. “Que le pateen la cabeza solamente es como para matarlo. Por eso yo digo que es como un intento homicidio, no es que sea porque le pegaron, porque sí, si no llega la policía en ese exacto momento que justo pasaron por ahí, no lo contaba”, sentenció el padre de Matías, Luis, con la voz quebrada.

Elsa Peralta, hablando con los medios locales. (FOTO: SEÑAL CALAFATE)

Las secuelas del ataque son devastadoras, no solo para Matías sino para toda su familia. A nivel físico, el joven sufrió la fractura de su nariz y, a pesar de haber recibido el alta, debe guardar reposo absoluto por siete días. Sin embargo, el daño psicológico es aún más profundo. “Hoy está bastante, traumado, mal, no duerme bien a las noches, se despierta gritando como que le pasa algo“, describe Luis, su padre, mientras que su madre añade: “Emocionalmente, psicológicamente tiene miedo, o sea, se despierta así, ya no quiere ni que toquemos el tema, se nota que que es como que es una pesadilla y no quiere volver a estar en eso“. El impacto es tal que Matías, quien hasta hace poco le decía a su padre que El Calafate era un “paraíso” y que no había un lugar más tranquilo, ahora le ha manifestado su deseo de irse de la ciudad, dejando a sus padres en una profunda “encrucijada”.

Matías se despierta asustado recordando lo que pasó y pidió que ya no se toque el tema, indicaron desde la familia.

En el ámbito judicial, la familia de Matías se ha constituido como parte querellante. Han contado con el apoyo de un reconocido penalista de Buenos Aires, Javier Postolski, quien viajó especialmente para tomar el expediente. Si bien el cuerpo del expediente aún no ha sido visto completamente por la representación legal, se sabe que cinco personas fueron aprehendidas inicialmente y se encuentran identificadas con domicilio. La tarea ahora es ubicarlas fehacientemente en el lugar de los hechos y determinar el grado de participación de cada una.

Más allá del proceso legal, el caso de Matías ha desatado un clamor social en El Calafate para detener lo que muchos consideran una “maldita moda” de violencia. “No podemos seguir naturalizando que un pibe de 18, 20 años de edad lo manden al hospital y quede así“, se expresa con firmeza desde el entorno de la familia, haciendo un llamado a los padres y adultos responsables de los agresores a “hacerse cargo”. La madre de Matías, con un ruego desgarrador, pidió: “Yo le pido a los pibes que le pegaron a mi hijo que por favor se pongan a derecho. Cuando uno comete este tipo de de delitos, tiene que ponerse a derecho y reconocer, decir, fui yo, bueno. Pero quiero que aparezcan y que se pongan a derecho. Por favor, chicos”.

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