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Por Pablo Silva. Desde París, especial para La Opinión Austral.

En una final que rozó la épica, Carlos Alcaraz avasalló la lógica deportiva para remontar dos sets en contra y doblegar al italiano Jannik Sinner por 4-6, 6-7 [4], 6-4, 7-6 [3] y 7-6 [10-2], en cinco horas y veintinueve minutos de juego intenso. Con esta victoria, el murciano alzó por segundo año consecutivo la codiciada Copa de los Mosqueteros y reafirmó su reinado en el Bois de Boulogne.

El primer set transcurrió con un intercambio de quiebres que se resolvió a favor de Sinner en el décimo juego, tras una vole­a fallida de Alcaraz que desniveló el marcador. El italiano mantuvo la solidez de su servicio y aprovechó cada desliz del español para cerrar 6-4 en 65 minutos.

En el segundo parcial, Sinner tomó ventaja temprana al adelantarse 4-1. Sin embargo, Alcaraz desplegó toda su garra: recuperó terreno, forzó un tie-break y llevó la definición al límite. Allí, el de Bolzano se impuso por 7-4, tras 69 minutos de intercambio electrizante.

La reacción de Alcaraz emergió en el tercer set, cuando quebró el saque de Sinner en el segundo y en el cuarto juego. Pese a ceder el suyo en el noveno, el español recuperó la ventaja inmediata y selló 6-4 con una derecha explosiva en 50 minutos.

El cuarto set elevó la tensión al máximo: un quiebre por lado derivó en un tie-break memorable. Alcaraz levantó tres puntos de partido y, con un passing impecable, se impuso por 7-6 (3), desatando el clamor de la grada.

El quinto episodio ofreció un super tie-break final donde el número uno mundial exhibió su arsenal: movilidad felina, drops bien dosificados y un remate demoledor. Con un contundente 10-2, cerró un capítulo que quedará en la memoria de los aficionados.

Al concluir el choque, Alcaraz valoró el duelo como “el más exigente de mi carrera, tanto física como mentalmente” y dedicó el triunfo a “mi equipo y a Rafa Nadal, cuyo legado inspira a todos en este torneo”.

FOTO: PABLO SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

Este nuevo título confirma que la arcilla de París ya no pertenece exclusivamente al “Rey” Nadal: Carlos Alcaraz impone su estampa de campeón moderno, capaz de reinventarse en la adversidad y de escribir su propio reinado bajo los reflectores de Roland Garros.

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