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En una de las acciones más decisivas de su segundo mandato, el presidente Donald Trump anunció este sábado que el Ejército de Estados Unidos atacó tres instalaciones nucleares en Irán, en una intervención directa que refuerza la ofensiva de Israel contra el programa atómico del régimen de los ayatollahs. La medida, que podría reconfigurar los equilibrios de Medio Oriente, representa un giro de alto riesgo en el conflicto con Teherán.
“Hemos completado nuestro exitoso ataque a los tres sitios nucleares en Irán, incluyendo Fordo, Natanz y Isfahan. Todos los aviones están ahora fuera del espacio aéreo iraní. Una carga completa de bombas fue lanzada en el sitio principal, Fordo. Todos los aviones están a salvo en su camino a casa. Felicitaciones a nuestros grandes guerreros norteamericanos. No hay otro ejército en el mundo que podría haber hecho esto. ¡Ahora es el tiempo de la paz! Gracias por su atención a este asunto”, publicó Trump a las 19.50 (hora de Washington) en su red Truth Social, desatando una inmediata repercusión internacional.
El ataque fue interpretado como una maniobra calculada para socavar a un adversario histórico, en medio de un contexto de creciente tensión tras los cruces armados entre Irán e Israel desde el 13 de junio. Sin embargo, el mandatario no especificó el nivel de destrucción causado en los complejos nucleares bombardeados. El gobierno iraní prometió represalias “contundentes”.
Donald J. Trump Truth Social 06.21.25 07:46 PM EST pic.twitter.com/M025vmNZq6
— Commentary Donald J. Trump Posts From Truth Social (@TrumpDailyPosts) June 21, 2025
Según funcionarios estadounidenses e israelíes, los aviones B-2 y la bomba anti-búnker de 13.600 kilos, desarrollada exclusivamente por el país norteamericano, constituían la mejor oportunidad de destruir emplazamientos fuertemente fortificados, vinculados al programa nuclear iraní y enterrados a gran profundidad.
Horas antes del anuncio, ya circulaban reportes sobre el traslado de bombarderos B-2 desde la base aérea Whiteman, en Misuri, hacia la isla de Guam, en el océano Pacífico. Estas aeronaves cuentan con la capacidad exclusiva de transportar el Penetrador de Artillería Masiva (GBU-57), apodado “bomba anti-búnker”, un armamento diseñado específicamente para destruir estructuras subterráneas como la central de Fordo, considerada una de las más inaccesibles del sistema nuclear iraní.
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