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El pasado 8 de mayo, el cardenal Robert Francis Prevost se convirtió en Papa León XIV, retomando un nombre pontificio que no se utilizaba desde los tiempos de León XIII. Además, protagonizó un hecho histórico al transformarse en el primer estadounidense en ocupar el “Trono de Pedro, con tan solo 69 años.

Tras la fumata blanca en la Capilla Sixtina, y gracias a la tecnología actual, salieron a la luz imágenes inéditas de los primeros instantes de su pontificado. Entre ellas, se destacó su paso por el Palacio del Santo Oficio, donde había vivido antes de ser elegido.

Allí fue recibido con un aplauso contenido. Llegó en automóvil hasta el patio del edificio, vestido completamente de blanco, lo que lo hacía resaltar en la penumbra. Saludó con un apretón de manos a cada uno de los presentes y conversó brevemente en español con fieles oriundos de México y Venezuela.

Durante ese encuentro, llamó la atención un documento firmado por él por primera vez. No se trató de un escrito oficial, sino de una dedicatoria dirigida a Michela, una nena que le pidió un autógrafo.

La chica se le acercó con timidez para pedirle que bendijera una Biblia y escribiera unas palabras especialmente para ella. León XIV aceptó ambas solicitudes con amabilidad.

Con humor, comentó: “Todavía tengo que hacer algunas pruebas con la firma, ¡la antigua ya no sirve!”. Para asegurarse de no equivocarse, le pidió a la niña que deletreara su nombre y, al añadir la fecha junto a la firma, bromeó diciendo: “¿Qué día es hoy? ¿8 de mayo?”.

Antes de retirarse, impartió su bendición y concluyó con un mensaje sencillo: “¡Felicidades! ¡Gracias a ustedes!. También accedió, sin objeciones, al pedido de algunos fieles que querían tomarse una selfi con él.

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