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La administración de Donald Trump aprobó la construcción del Texas GulfLink Deepwater Port, una terminal clave para la exportación de petróleo, y lanzó un nuevo Consejo Nacional de Dominio Energético con el objetivo de convertir al país en una potencia sin restricciones en la producción de hidrocarburos.

El puerto, ubicado en la costa del condado de Brazoria, Texas, permitirá a petroleros de gran tamaño (VLCC, por sus siglas en inglés) cargar hasta 85.000 barriles de crudo por hora. Con una capacidad total de un millón de barriles diarios, representa una pieza central en la estrategia de expansión de la industria energética estadounidense.

La iniciativa, propuesta en 2019 por Sentinel Midstream, había permanecido estancada por trabas regulatorias. Sin embargo, el nuevo secretario de Transporte, Sean Duffy, anunció su aprobación y apuntó contra la gestión anterior: “Este proyecto estuvo cinco años demorado por burócratas que se interpusieron en el camino. Ahora estamos avanzando”, sostuvo el funcionario, vinculado a Fox News.

El plan energético de Trump apunta a reposicionar a Estados Unidos en el escenario global. Desde la Oficina Oval, el mandatario anunció la creación del Consejo Nacional de Dominio Energético, un organismo liderado por Doug Burgum, secretario del Interior, con el objetivo de agilizar permisos y expandir la producción de petróleo, gas y electricidad.

“Tenemos más energía que cualquier otro país y ahora la estamos liberando. Es oro líquido bajo nuestros pies y lo vamos a utilizar”, afirmó Trump al firmar la orden ejecutiva.

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