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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, arremetió este miércoles contra un enemigo de bajo perfil pero alta presión: las duchas con poco caudal. Y es que firmó una orden ejecutiva que elimina una regulación federal a la que culpó por la escasa fuerza del agua.

“Los cabezales de ducha ya no serán débiles y sin valor”, precisó un borrador de la orden presidencial, que también prometía “hacer que las duchas de Estados Unidos vuelvan a ser grandes”.

Trump cuestionó durante años los efectos de la baja presión del agua, especialmente sobre su apariencia. En un discurso en 2023 afirmó: “Cuando me ducho quiero que el agua me caiga encima”.

“Cuando uno entra a estas casas nuevas con duchas, el agua gotea lentamente, débil, floja”, recordó el periodista Alex Leary, quien dio la primicia en The Wall Street Journal.

La regulación en cuestión fue establecida durante la administración de Barack Obama para reducir el consumo de agua. Trump la flexibilizó en su primer mandato, aunque el presidente Joe Biden restableció los límites al asumir.

El texto de la nueva orden sostiene: “Ninguna falla de mercado justifica esta intromisión: los estadounidenses pagan por su propia agua y deberían poder elegir sus cabezales de ducha sin interferencia federal”.

El documento argumenta que las restricciones eran innecesarias tanto para los consumidores como para los fabricantes. La orden responde a un enfoque que rechaza regulaciones que, de acuerdo al mandatario, afectan la vida cotidiana sin justificación técnica ni económica.

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