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El protagonista de esta historia es Thiago Araújo Crevelloni, quien se encontraba transitando por una ruta secundaria cerca de Gobernador Gregores, en el corazón de la provincia de Santa Cruz. Allí, en plena estepa patagónica, el auto en el que viajaba quedó atascado en un cerro cubierto de nieve. Se encontraba completamente aislado: ni señal, ni tráfico, ni indicios de ayuda. El termómetro marcaba -2 °C, pero la sensación térmica, producto del viento cortante de la región, descendía hasta los -10 °C.

Sin posibilidades de comunicación ni esperanza de ser visto por otro vehículo, y mientras caía la noche más cruda del invierno sureño, Thiago tomó una decisión que cambiaría el rumbo de los acontecimientos: abandonar el auto y salir a pie en busca de auxilio. Caminó durante kilómetros por la nieve, sin más guía que su instinto y la voluntad de sobrevivir.

La Policía siguió las huellas de Thiago en la nieve y pudieron localizarlo.

“Después de varios kilómetros, me caí en la nieve y estuve unos cinco minutos tirado en el suelo, sin sentir las piernas”, relató más tarde en su carta. Ese fue, según sus propias palabras, el momento más crítico. Aun así, logró reponerse, se incorporó con dificultad y siguió caminando, sin saber si lograría encontrar ayuda antes de que el frío lo venciera.

 Las huellas de Thiago en la nieve. (FOTO: POLICÍA SANTA CRUZ) Las huellas de Thiago en la nieve. (FOTO: POLICÍA SANTA CRUZ)
Las huellas de Thiago en la nieve. (FOTO: POLICÍA SANTA CRUZ)

Lo que Thiago no sabía era que, mientras luchaba por mantenerse en pie, un equipo de la Policía de la Provincia de Santa Cruz ya había iniciado un operativo de búsqueda. Gracias a una denuncia realizada por el preocupado encargado del hospedaje por su paradero, la fuerza activó un protocolo de emergencia y dispuso una patrulla para rastrear la zona. Fue el comisario Marcos Vega quien encabezó el despliegue, organizando una búsqueda contra reloj que no se detuvo hasta dar con él.

La escena del rescate fue tan cinematográfica como conmovedora. En medio de la noche, las luces de la patrulla cortaron la oscuridad como un faro de esperanza. Thiago divisó las luces y escuchó la sirena. “Era su equipo. Me estaban buscando, siguiendo mis huellas en la nieve”, describió con profunda emoción. En condiciones de agotamiento extremo, frío y hambre, fue asistido de inmediato y trasladado a la ciudad de Gobernador Gregores.

Una vez a salvo, recibió abrigo, alimento, atención médica, y también algo que, como él mismo lo destacó, marcó la diferencia: un gesto humano. “La atención fue espectacular: me ofrecieron mate, comida, abrigo, palabras cálidas y una humanidad que no olvidaré jamás”, escribió en la misiva que más tarde enviaría al comisario Vega.

 

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