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El sábado por la tarde, a las 14:55 horas, la habitual tranquilidad de la calle Rivadavia al 400, en la localidad santacruceña de Las Heras, se vio interrumpida por un siniestro de grandes proporciones que rápidamente se tornó incontrolable. Desde el Cuartel de Bomberos Nº 11 local se activó un operativo de urgencia cuando las llamas comenzaron a consumir un complejo de alquileres compuesto por cuatro departamentos.
Al llegar al lugar, el personal bomberil se enfrentó con un escenario alarmante: el fuego se había propagado de manera agresiva por tres departamentos construidos con materiales sólidos —mampostería de hormigón armado, techos con cielorrasos de madera, tirantería y chapas de metal—. Un cuarto departamento, de edificación más precaria y materiales mixtos, también resultó afectado, aunque en menor medida.
La labor de los bomberos fue ardua y peligrosa. Con dos líneas de ataque, trabajaron intensamente para contener las llamas, apoyados por Bomberos Voluntarios de la zona y por un vecino que, en un acto de solidaridad y compromiso comunitario, colaboró con un camión cisterna propio para abastecer de agua al operativo. Gracias a este trabajo coordinado, luego de un extenso esfuerzo, el incendio logró ser controlado y posteriormente extinguido.
Sin embargo, las pérdidas materiales fueron significativas. Los departamentos 1 y 2 resultaron con daños estructurales graves, especialmente en sus partes superiores, volviéndose en parte inhabilitables. Para las familias que residían allí, la destrucción de sus hogares fue total, y se enfrentan ahora a un futuro inmediato incierto, con la necesidad urgente de asistencia estatal y comunitaria.
Una vez sofocado el fuego, comenzaron las investigaciones. El Jefe del Cuartel de Bomberos, en conjunto con personal de la Comisaría Primera y especialistas del Gabinete Criminalístico local, realizaron las pericias correspondientes en el lugar del hecho. Las conclusiones preliminares fueron contundentes: el incendio fue intencional.
Este dato cambia radicalmente el enfoque del caso. Ya no se trata de una tragedia fortuita, sino de un hecho delictivo que, de confirmarse judicialmente, implica la intencionalidad de provocar un daño que pudo haber terminado en una tragedia aún mayor. La carátula penal del expediente da paso ahora a una investigación que deberá determinar responsabilidades y eventuales móviles.
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